Por: Julieth Cicua
Luego de su estreno mundial en el festival South by Southwest, el documental La Salsa Vive (2025) ópera prima del director caleño Juan Carvajal llega a salas del país siguiendo el rastro de la salsa desde su nacimiento en las agitadas calles de Nueva York hasta su transformación en Cali. Para esto usa imágenes de archivo que se alternan con entrevistas a voces expertas como las de los músicos: Henry Fiol, Rubén Blades, Ángel Lebrón, Alfredo Linares, los bailarines Luis Eduardo Hernández “el mulato” y Camilo Zamora entre otras figuras relevantes para el género.
Esta película más allá de centrarse en los cambios profundos que hicieron a Cali la nueva casa de la salsa, hace un recorrido cronológico de manera superficial. De hecho, se muestran varios aspectos influyentes en la cultura salsera de Cali; se conoce un poco sobre los bailadores, bailarines profesionales, melómanos, músicos y cómo se han transformado para lo que son ahora.
Y aunque para una persona poco o nada conocedora de la cultura salsera este es un recuento fascinante donde se brinda un contexto básico e importante que incluso tiene la capacidad para estimular la curiosidad de su público, el cual seguramente terminará buscando un poco más de información. No se puede negar que este mosaico de diversas texturas hace perder fuerza al relato en varios de sus puntos al ir y venir casi sin un rumbo claro.
De hecho, luego de su segunda parte en varios momentos parece que el documental está a punto de terminar, pero luego se inicia una nueva mini y poco profunda historia derivada de la salsa. Es así que el documental parece incompleto en su narración y la máxima conexión presentada entre las historias (más allá del tema) son las entrevistas en formato tradicional que se refieren brevemente a la narración del momento.
Otro aspecto llamativo de La Salsa Vive es el extenso énfasis en Cali como lugar turístico, empezando con la secuencia inicial donde se presenta la ciudad, siguiendo por varias escenas para destacar la belleza de la misma. Si bien es cierto que se busca destacar a Cali como el lugar en el cual la salsa vive y vivirá para siempre, se nota la fuerte influencia de la administración de la ciudad (patrocinadora de la película) en la inclusión de estos momentos que de tanto en tanto rompen el tono de la cinta.
Por otra parte, más allá de la bella Cali es importante revisionar: ¿qué es lo nuevo para ofrecer en La Salsa Vive? comparándola con otros documentales similares en forma y fondo como; La Revolución de la Salsa (2022) que también hace un recorrido histórico por ciudades como Nueva York y Cali, entre otras. O Yo soy, del son a la salsa (1996), filme donde se indaga mucho más sobre los orígenes de está música. ¿Acaso La Salsa Vive debió seguir un camino documental menos tradicional?
Es así que, a pesar de las observaciones al documental de Juan Carvajal, sin duda ha llegado a los corazones de los salseros que se han volcado a las salas y quién sabe, quizá alguno de ellos se anime a profundizar en momentos más específicos de la salsa caleña como su inusual unión con el narcotráfico o la magnífica historia de los míticos agÜelulus.
