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[Reseña] Tres lunas nuevas: la otra Bogotá que cautiva en el cine nacional

Por: Julieth Cicua

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Ser bogotano, o vivir en la ciudad, supone un amplio espectro. No obstante, lo que parece funcionar en las pantallas son los arquetipos que se acercan más a los imaginarios construidos en la cinematografía rola: personas de estrato medio-alto con problemas existenciales, o que viven en la periferia y están sujetos a la violencia.



En este caso, Tres Lunas Nuevas (2025), ópera prima de Rodrigo Dimaté, toma el segundo camino al abarcar tres historias de las calles de Bogotá. Primero sigue a Alex, un joven rebelde que no va al colegio y se mete en problemas. A Steven, que intenta alejarse de los vicios y la calle, pero siempre hay algo o alguien que lo arrastra. Finalmente está Kevin, que con ayuda de su madre quiere huir de la droga, aunque no de la manera correcta.

Esta película de ficción, toma mucho del documental, pues fue rodada en el centro de Bogotá, y en lugares tradicionalmente conflictivos como Kennedy y San Luis (vía La Calera), allí Dimaté trata de captar el realismo que ofrecen estos lugares a través de las calles sucias, la oscuridad y el diseño sonoro preciso que transporta de manera significativa, gracias a la dirección de Mercedes Gaviria (Como el cielo después de llover, Bajo una lluvia ajena, La Bonga), que aporta su amplia experiencia en documentales.

Pese a la búsqueda de realismo, Tres Lunas Nuevas no muestra más allá de los lugares comunes que viven en los imaginarios: drogas, violencia, engaños y problemas familiares que parecen empeorar, y son exacerbados por el contexto en el que viven los personajes, olvidando que estas dificultades suceden en otros sectores de la ciudad.

Por ejemplo, en Malta (2024), su protagonista también se enfrenta a la violencia, al deseo de huida, la falta de oportunidades y a una familia disfuncional, pero esta historia sucede en Teusaquillo y no se potencia o justifica por el entorno, que solo es el marco donde se desarrolla el personaje. Entonces, ¿por qué estos temas se vuelven una temática y preocupación social solo cuando ocurren en barrios pobres?

Este es el punto de quiebre en Tres Lunas Nuevas, que luego de presentar su primera historia enfocada más en la dinámica de los personajes mientras exploran lo complejo de los vínculos amistosos, las dos historias restantes enfatizan que la droga es un problema social que destruye vidas (que es cierto), pero que deja a la película dando vueltas sobre sí misma, con pasos confusos de tiempo, sin llegar a un punto concreto, para simplemente conectar con el siguiente relato.

Esa otra Bogotá que a veces vende el cine, realmente no existe, o por lo menos no funciona como se plasma en pantalla, dado que la ciudad es un organismo complejo que no se comporta conforme a un barrio o un estrato, sino en función de los sujetos, y aunque es difícil de retratarla, vale la pena alejarse de los estereotipos para buscar enfoques cercanos a lo cotidiano.



| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: jorge.perez@uniminuto.edu

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