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Tortugas, aves y primates en cautiverio fueron trasladados desde Antioquia hasta Piscilago

El cielo del Oriente Antioqueño fue la ruta de escape para 22 animales silvestres que, tras años de cautiverio, encontraron un nuevo destino.

Por: Danniela Rodríguez

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En un helicóptero Black Hawk de la Fuerza Aeroespacial Colombiana (FAC), viajaron tortugas, aves y primates que jamás debieron salir de su hábitat natural.

El traslado, coordinado por Cornare con apoyo de la FAC, tuvo como destino el Parque de Conservación Piscilago. Allí, cada ejemplar recibirá atención veterinaria permanente y un espacio adecuado para vivir de manera digna, aunque lejos de la selva o el bosque al que pertenecen.

Cada animal cargado en el vuelo llevaba una historia. Algunos fueron incautados en operativos contra el tráfico ilegal, otros llegaron por entregas voluntarias después de ser domesticados como mascotas. El denominador común es que todos fueron víctimas de la extracción ilegal de fauna, negocio que persiste en Colombia, con cicatrices profundas en la biodiversidad.

Entre los ejemplares trasladados había siete tortugas charapa de puntos amarillos, una tortuga matamata, un cernícalo, un búho ocelado, varias loras y guacamayas, e incluso dos titíes grises, especie amenazada por la deforestación y el comercio ilegal.

Cada especie exigió protocolos distintos: mientras unas aves fueron transportadas en cajas ventiladas para reducir el estrés, los reptiles requirieron condiciones de temperatura y humedad controladas.

Cornare explicó que, pese a los intentos de rehabilitación, estos ejemplares no recuperaron las habilidades básicas para sobrevivir en libertad. Algunos no saben cazar, otros perdieron la capacidad de reconocer depredadores, o desarrollaron comportamientos dependientes del ser humano.

Liberarlos en sus ecosistemas habría significado condenarlos a una muerte segura. La decisión fue trasladarlos a Piscilago, centro que combina conservación, investigación y educación ambiental, donde podrán convertirse en embajadores de su especie para sensibilizar al público sobre el impacto del tráfico de fauna.

Organizar un traslado de esta magnitud no es sencillo. Los animales pasaron por controles médicos antes del embarque, luego fueron ubicados en jaulas diseñadas para reducir el movimiento y minimizar el estrés, donde permanecieron bajo supervisión veterinaria durante el trayecto.

El caso pone sobre la mesa una discusión urgente, pues la demanda de animales silvestres como mascotas es de las principales amenazas contra la biodiversidad colombiana. Cada guacamaya, tortuga o mono en una casa representa un ecosistema fracturado y un proceso de rehabilitación que, como en este caso, no siempre termina en libertad.

Los 22 animales se encuentran en Cundinamarca, adaptándose a su nuevo hogar, donde no experimentarán la libertad del bosque, pero tendrán un entorno controlado para su bienestar y seguridad.

Para las instituciones se trata de un segundo comienzo, para la sociedad un recordatorio de que la tenencia ilegal de fauna no es un acto inocente sino un delito que marca la vida de cada ejemplar.

El Black Hawk que sobrevoló Antioquia no transportaba carga, sino historias de supervivencia, que, contadas desde un parque de conservación, buscan generar conciencia para que el próximo vuelo no lleve jaulas, sino aprendizajes sobre cómo convivir con la vida silvestre sin arrebatársela a la naturaleza.

| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: jorge.perez@uniminuto.edu

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