Por: Andrés Camargo
Año tras año, millones de personas en el mundo sufren un accidente cerebrovascular (ACV). Sólo en Colombia, representan una tasa de 32 fallecimientos por cada 100 mil habitantes, según datos del Ministerio de Salud. Cerca de la mitad, sufren luego de secuelas permanentes como dificultad para hablar, mover articulaciones o caminar.
Estas limitaciones impactan drásticamente la calidad de vida; el cerebro, a diferencia de otros órganos, tiene una capacidad de regeneración muy limitada.
Sin embargo, un estudio del Instituto de Medicina Regenerativa (IREM) de la Universidad de Zúrich, abre una puerta a la esperanza: el trasplante de células madre neuronales para ayudar al cerebro a repararse.
El equipo de científicos, en colaboración con la Universidad del Sur de California, probó lo que ocurre si, una semana después de un derrame cerebral, se trasplantan células progenitoras neuronales (NPCs) en ratones. Estas células, derivadas de células madre, tienen la capacidad de transformarse en neuronas y otras células cerebrales.
El experimento consistió en inducir un infarto cerebral en ratones de laboratorio. Posteriormente, se inyectaron estas células en la zona afectada en un grupo de ratones, mientras que otro grupo recibió un placebo.
Tras cinco semanas, los ratones que recibieron los trasplantes mostraron una clara mejoría. Se observó una disminución de la inflamación en la zona dañada y la formación de nuevos vasos sanguíneos que mejoraron el flujo cerebral.
También se evidenció la creación de nuevas conexiones nerviosas y un notable incremento en la recuperación motora. Estos avances, analizados con modelos de inteligencia artificial, permitieron a los ratones caminar con mayor coordinación y precisión.
Las células trasplantadas sobrevivieron y se integraron al tejido cerebral, convirtiéndose en su mayoría en neuronas gabaérgicas, esenciales para mantener el equilibrio eléctrico del cerebro.
Las células trasplantadas no actuaron solas; se comunicaron con las células del cerebro dañado a través de señales moleculares específicas, como la neurexina y la neuregulina, que promueven la reparación del tejido.
Es como si las nuevas neuronas fueran “ingenieras” que, en lugar de reconstruir todo por sí mismas, enseñan a las demás a repararse mejor.

¿Se puede llevar el tratamiento a los humanos?
Aunque los resultados son prometedores, es importante recordar que el estudio se realizó en ratones. Llevar esta terapia a humanos requiere superar retos clave a través de varias pruebas clínicas.
A pesar de esto, los protocolos clínicos existentes posicionan los trasplantes neuronales como una alternativa viable en un futuro cercano. Cabe anotar que el ACV es hoy la segunda causa de muerte en el mundo, y una de las principales causas de discapacidad.
Un nuevo tratamiento como éste debe garantizar la seguridad y efectividad a largo plazo, evitar el rechazo del sistema inmunológico y confirmar que los efectos de reparación sean igualmente sólidos en personas.
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