La Navidad es una invitación a regresar a lo esencial, a lo íntimo, a ese “hogar interior” donde Dios nos espera. En medio de las luces y celebraciones, Jesús nos llama a descubrir la verdadera alegría que nace del silencio, la reconciliación y la fe profunda.
Volver al corazón es abrir espacio para la presencia viva de Cristo. Es dejar que sus palabras nos restauren, que su ternura nos sane y que su amor nos llene de una alegría que el mundo no puede dar. Cuando Dios habita dentro de nosotros, todo encuentra su verdadero orden.
Que esta Navidad nos mueva a buscar la paz, a reconstruir relaciones y a vivir desde lo auténtico. Que el nacimiento de Jesús no sea solo una tradición, sino un renacer interior que nos haga más humanos, más hermanos y más agradecidos.
