Desde hace unos años, las casas de apuestas dejaron de ser sitios lejanos o clandestinos. Hoy en día están en el celular, al alcance de cualquier persona que cuente con acceso a internet. Y si bien las plataformas exigen ser mayor de edad, esto no es una medida suficiente de control que evite que menores de edad ingresen a este tipo de páginas o aplicaciones.
UNIMINUTO Radio tuvo la oportunidad de conocer la historia de vida de dos jóvenes, los cuales vivieron esta adicción. Uno de ellos es Alexis, un joven colombiano cuya identidad fue cambiada a solicitud suya, “cuando era menor de edad, le pedía cédulas a mis amigos para hacer cuentas y poder apostar”, comentó Alexis. Así empezó su relación con las apuestas deportivas y el casino virtual, apostando sumas mínimas, entre 20.000 y 100.000 pesos, con la falsa sensación de tener autocontrol de sus decisiones.

Lo que comenzó como un juego o hobby, terminó por convirtiéndose en una necesidad diaria, “llegué a ganar mucho dinero y sin tener en qué gastarlo, solo quería más y más por saciar la necesidad y el hambre de ganar”, relató Alexis, que en poco tiempo, pasó de realizar apuestas pequeñas a jugar grandes sumas de dinero en un par de minutos,“pasé de apostar 100.000 pesos a apostar 10 millones en una mesa de blackjack”, indicó el joven.
La historia de Alexis no es algo fuera de lo común pues, plataformas digitales como casinos en línea y juegos de azar han tomado fuerza y son promocionados en redes sociales como como alternativas “viables” en medio de una realidad marcada por el desempleo juvenil, la informalidad y la falta de oportunidades y, apostar parece más rentable que trabajar.
“Yo nunca pensé que iba a ser una salida ni lo vi como algo que me iba a durar toda la vida, sabía que iba a llegar el momento donde iba a empezar a perder”, reconoce. Aun así, la posibilidad de ganar grandes sumas en pocos minutos lo mantenía enganchado: “El hecho de ganar 25 o 30 millones en 10 minutos me hacía sentir que podía ganar siempre”.
Las apuestas inicialmente no se ven como una adicción, sino como una “oportunidad”. Aun sabiendo que detrás de cada “golpe de suerte” hay una industria diseñada para qué la casa siempre gane, “no hay apuestas seguras y no se puede vivir de las apuestas. Yo nunca pensé que iba a ser una salida ni lo vi como algo que me iba a durar toda la vida, sabía que iba a llegar el momento donde iba a empezar a perder; sin embargo, el hecho de ganar 25 o 30 millones en 10 minutos me hacía sentir que podía ganar siempre”, comentó Alexis, que al día de hoy logró dejar al lado las apuestas.
Otra experiencia que da cuenta de esta situación es la de Sair Robledo, quien cayó en las apuestas por influencia de los canales de Telegram y redes sociales. “Mi comienzo en los juegos de azar fue a través de las redes sociales, cuando iniciaron los canales de apuestas deportivas. Me atrajo la idea de ganar dinero rápido siguiendo recomendaciones”, explicó Robledo.
La falta de autocontrol con este tema puede llevar a extremos debido a que lo que comienza como una posible distracción, se puede convertir en una obsesión, “estaba todo el día pendiente de los partidos. Apostaba de día, de noche, de madrugada… todo lo que estuviera activo, lo apostaba y no medía consecuencias”, confesó Robledo.
Sair también creyó, al inicio, que podía ser una salida económica, pero con el tiempo comprendió que esta idea no era sostenible, “claramente hay personas que viven de eso, pero son muy pocas. Es una pirámide, para que unas pocas personas ganen, muchas deben perder”, concluyó Sair Robledo. Joven que ahora tiene claro que las apuestas son una forma errónea de conseguir dinero y que, sin autocontrol, el riesgo puede es tan grande que se puede perderlo todo.
La ludopatía sigue siendo un tema poco discutido en las políticas públicas de salud mental, no hay regulación que logre ser 100% efectiva para proteger a menores y tampoco hay campañas de gran magnitud que alerten sobre el riesgo de caer en la adicción.