Por: Danniela Rodríguez
Aunque su nombre suene institucional, sus manos han estado en cada rincón donde ha estallado una mina, donde ha llegado un migrante sin papeles o donde el hambre acorrala a una familia sin tierra.
Cáritas no es solo un canal de ayuda humanitaria. Desde 1977 funciona como el brazo social de la Conferencia Episcopal de Colombia y forma parte de la red global Caritas Internationalis. Solo en 2023 ejecutó 62 proyectos sociales en 51 de las 78 jurisdicciones eclesiásticas del país, con una inversión superior a 66 mil millones de pesos, según su último informe público.
Liliana Zamudio, hablo para Datéate sobre su labor en Caritas Colombia y menciono que esta entidad se basa en el “llamado de apoyo a quienes más lo necesitan, a las poblaciones vulnerables y a las víctimas de diversos conflictos, orientados desde el vaticano y la doctrina social de la iglesia para orientar nuestras acciones y por acción en Colombia también desarrollamos nuestro trabajo en tres líneas específicas, una que es temas de abordaje de tierra y territorio, paz y reconciliación y en términos de protección para población migrante y de movilidad”.

En el Encuentro Nacional de Delegados, realizado en abril de 2024 en Bogotá, más de 100 agentes pastorales se dieron cita para hablar de las heridas que siguen abiertas en Colombia, pues no basta con asistir al herido, hay que cerrar las causas de sus heridas.
En regiones como Cúcuta, Maicao o Necoclí, la organización ha documentado cómo la crisis migratoria venezolana y los nuevos flujos haitianos y africanos han superado la capacidad institucional, a los que Cáritas acompaña con una serie de acciones que incluyen comedores comunitarios y servicios legales y psicológicos, pero sin presupuesto garantizado.
Más allá de las cifras, su apuesta es clara: acompañar sin imponer, transformar sin asistencialismo. En palabras de Zamudio: “Tenemos cada año la campaña de comunicación cristiana de bienes e invitamos a todos los católicos a hacer donaciones que llegan aquí a Caritas, recursos con los que respondemos durante todo el año a las emergencias. En estas campañas se convoca a las personas católicas particularmente, pero también hacemos llamamientos a quien desde el sentir de caridad y humanidad quieran apoyar a estas campañas”.

El cuidado del territorio es otro de los frentes claves: Cáritas ha denunciado la deforestación en la Amazonía, la minería en zonas sagradas y la expansión extractivista en territorios indígenas, de allí que la organización impulsa procesos de educación ambiental comunitaria, agricultura sostenible y resistencia cultural, como parte de su compromiso con las comunidades.
Lo que distingue a Cáritas no es solo su capacidad de respuesta humanitaria, sino su esfuerzo por generar incidencia política desde abajo, con redes como la Red Nacional en Democracia y Paz, que ha promovido la observación electoral, el fortalecimiento de liderazgos comunitarios y la veeduría de proyectos de desarrollo en regiones históricamente olvidadas.
Cáritas Colombia no se limita a la prédica ni a la asistencia: se remanga la sotana, escucha, organiza, defiende, no se alinea con ningún gobierno ni se pliega al statu quo, y por ello trabaja con proyectos y campañas que permitan los voluntariados, la ayuda humanitaria, la caridad, que permite el acercamiento de la sociedad para su participación, teniendo en cuenta que no es necesario estar formalmente vinculado a la iglesia.
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