En tiempos de secuelas, precuelas y remakes es extraño no encontrarse con una versión remasterizada y modernizada de un hit anterior como la desastrosa Sé lo que hicieron el verano pasado (2025), o la interminable franquicia de Destino Final con su última entrega Lazos de sangre (2025), que deforman el género de terror para convertirlo en un espectáculo de sangre y violencia sin sentido, lo que no tiene que ver con la esencia del género.
Esta segunda entrega, nuevamente dirigida por Scott Derrickson y producida por Blumhouse, es una secuela directa de Black Phone (2021), de las mejores sorpresas de ese año del género, donde se explotaron elaboradas atmósferas y buenas líneas de tensión que impulsan de buena manera a los personajes, que combina hábilmente lo sobrenatural con una llamativa estética de los 70’s.

Esta entrega se ubica en los 80’s, para continuar su línea lógica de tiempo, cuando El Raptor (Ethan Hawke) quiere vengarse de Finn (Mason Thames) desde la tumba y escoge como objetivo a Gwen (Madeleine McGraw), su hermana pequeña, una adolescente de 15 años con mucho carácter que empieza a recibir llamadas de un teléfono negro en sueños, acompañadas de inquietantes visiones de algo o alguien que acecha a tres chicos en el campamento de invierno de Alpine Lake.
Decidida a resolver el misterio y terminar con el tormento de su hermano, Gwen convence a Finn para ir al campamento durante una tormenta de nieve. Juntos, deberán enfrentarse a un asesino aún más poderoso desde la muerte, que pone a la cinta de lleno en el marco de lo sobrenatural.

Teléfono negro 2 es una buena secuela por su historia que tiene la capacidad de darle continuidad y desarrollo a sus personajes, que garantiza la extensión de la narrativa, gracias a la acertada dirección de Derrickson, habituando la estética de las décadas, granulando atractivamente la imagen, y separando el trance de la realidad de manera funcional sin que corte el ritmo.
Algo fundamental en esta historia es su villano, el símbolo de la película y la punta de lanza de lo que hizo llamativa la primera entrega, que sin duda es clave en esta segunda, gracias al personaje de Ethan Hawke, que trasciende de tal manera que no es necesario conocer su rostro para saber que es el villano, que desde el más allá tiene líneas de diálogo interesantes sobre lo que es el infierno, que le da categoría a la maldad de su personaje.

Si bien en la primera parte el sótano fue casi un personaje más, y El raptor y la sensación de encierro fueron importantes para el clímax, en esta segunda parte se muestra un entorno desolador, frío y solitario, sin romper el concepto de la película para mostrar los violentos inicios del asesino en serie y de cómo cada vez era más brutal con sus víctimas. También es necesario prestarle atención a los muchos buenos detalles que tiene Teléfono negro, que se toma su tiempo en mostrar cómo su maldad va saliendo a flote.
La cinta no intenta ser efectista ni solucionar de manera sencilla su trama. Se encarga de que los personajes se complementen entre sí de buena manera, aunque Mustang (Arianna Rivas), apenas es un eslabón para delinear una tercera entrega, pues no le proporciona mayor valor a la historia ni a la trama, como la aparente crítica a la religión, que termina convertida en una sutil promoción del buen cristiano.

Teléfono negro 2 es una buena secuela, con una historia nutrida de buenos matices y con personajes creciendo en su desarrollo, además de una potente subtrama que le confiere impulso, lo que logra que el terror se vea de nuevo con algo de thriller, suspenso y buena elaboración, que no le deja el peso al impacto de la sangre, aunque esta entrega es mucho más violenta que su antecesora. Juzguen ustedes.