Por: León Mauricio Arcila Díaz.
Bajo el título “Colombia lluvia de amor”, la noche del jueves 25 de noviembre, en la Corporación Circulo de Ibagué, se llevó a cabo uno de los eventos más importantes y tradicionales de la Corporación Minuto de Dios, “El Banquete del Millón”, acontecimiento anual institucionalizado desde el año 1961, por parte del padre Rafael García-Herreros, donde los recursos recaudados son invertidos en ayudas para la población más vulnerable de nuestro país, teniendo como eje central en esta oportunidad a la población damnificada, a causa de la ola invernal que azota a Colombia, y de manera directa a quienes perdieron todo con la creciente del río Combeima, ocurrida el pasado mes de septiembre en Ibagué y el Cañón del Combeima.
El acto de apertura estuvo a cargo de la doctora María Isabel Peña, vicerrectora académica de la Regional Tolima y Magdalena Medio, de la Corporación Universitaria Minuto de Dios, con un mensaje fraternal y de agradecimiento, para quienes de manera desinteresada y caritativa aportaron su donación a esta noble causa, recalcando la importancia de este evento a nivel nacional, y por el cual se benefician tantas personas.
Monseñor Orlando Roa Barbosa, arzobispo de Ibagué, también se unió a esta celebración como líder de la Diócesis de la ciudad, trayendo grandes noticias para nuestra comunidad, al manifestar que el proceso de canonización del padre Rafael García-Herreros fundador de la obra Minuto de Dios, ya está en marcha y con su bendición. A su vez, para todos los asistentes, rememoró las palabras diarias del padre Diego Jaramillo, en su alocución nocturna.

El doctor Giovanny Eduardo Molina Correcha, presidente de la Asamblea Departamental del Tolima, también asistió al encuentro, y en su intervención habló del gran aporte en materia social y educativa, que se ha hecho de la mano con la organización, y de forma especial la trascendencia histórica que ha tenido este evento en la sociedad colombiana.
Reinas, empresarios, Policía Nacional, docentes, medios de comunicación, y gente de la sociedad ibaguereña, disfrutaron de diversas muestras culturales, acompañadas del pan y el vino, haciendo más grande el mensaje que dejó para la eternidad nuestro fundador: “Que nadie se quede sin servir”.