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El Minuto de Dios: la fe que ayudó a levantar a los sobrevivientes de Armero

La tragedia ocurrida hace 40 años y que El Minuto de Dios colocó su granito de arena para levantar nuevamente la esperanza de sus habitantes.

Cuando la tragedia de Armero estremeció al país el 13 de noviembre de 1985, la magnitud del desastre dejó una herida imborrable en la memoria de todo el país. Miles de vidas se perdieron (25 mil aproximadamente) bajo el lodo y las cenizas del Nevado del Ruiz, y las comunidades sobrevivientes quedaron desamparadas. En ese contexto, la Organización Minuto de Dios, liderada entonces por el padre Rafael García Herreros, asumió una labor humanitaria decisiva para atender a los damnificados y acompañar la reconstrucción.

El padre Diego Jaramillo, quien formaba parte de la obra en ese tiempo, recuerda con detalle aquellos días de angustia y servicio, “toda Colombia quedó sorprendida cuando escuchó la noticia de que el volcán del Ruiz había tenido una erupción que, con el calor que se generó, fundió mucha nieve del nevado. Esa nieve hecha agua comenzó a descender como un torrente impetuoso por la montaña. Fue una creciente que inundó a Armero, destruyó el pueblo totalmente y causó la muerte de muchos de sus habitantes”.

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Desde el primer momento, el Minuto de Dios se movilizó. Según recuerda el sacerdote, la respuesta inicial fue de atención humanitaria directa, “hicimos en el Minuto de Dios como un pequeño hospital. Adaptamos un salón grande que llamábamos de justicia y alabanza, y allí instalamos un primer hospital para traer a los heridos que iban llegando y procurarles atención médica. Eso fue como la primera respuesta”.

Pero la ayuda no se detuvo allí. Pronto, la organización aprovechó sus medios de comunicación (su emisora radial y el programa de El Minuto de Dios) para convocar la solidaridad nacional, “Por la radio y la televisión llamamos a la solidaridad y comenzamos a organizar ayuda para Armero, mucha gente se fue a Lérida y otras poblaciones del Tolima, pero nosotros estábamos de una manera especial en Lérida, y allí fuimos haciendo un centro de operaciones”.

En Lérida, el Minuto de Dios consolidó una labor que fue más allá de la emergencia, “Comenzamos a pensar en viviendas, porque se habían destruido tantas, pero era imposible hacerlo en Armero. Entonces hicimos un barrio en Lérida (llamado barrio Juan Pablo II hoy en día), un primer barrio para la gente pobre, y también un centro para personas de edad, una especie de asilo”.

La iniciativa se sostuvo gracias a la creatividad y la fe de García Herreros, “El padre Rafael García Herreros comenzó a organizar Banquetes del Millón en muchas ciudades del país, si mi memoria no me falla, creo que hicimos 26 banquetes en distintas poblaciones para reunir ayuda económica y con eso ir construyendo las casas en Lérida”, señaló Jaramillo.

La historia tuvo además un hito simbólico: la visita del papa Juan Pablo II al barrio construido por el Minuto de Dios, “Nos regalaron un terreno en Lérida y cuando el Papa vino a Colombia lo llevaron allá, a ese terreno que se llamó barrio Juan Pablo II. Él estuvo en ese barrio y desde allí dio la bendición para todo el orbe”, recordó el sacerdote.

Con esa labor, el Minuto de Dios dejó una huella indeleble en la reconstrucción del Tolima tras el desastre. Lo que comenzó como una respuesta de emergencia se transformó en una obra de desarrollo comunitario y fe activa, una muestra de cómo la caridad y la organización pueden devolver la esperanza incluso en medio del dolor.

| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: jorge.perez@uniminuto.edu

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