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La Brujería y la violencia: ¿problemática o mito?

En el contexto del conflicto armado, la relación con la brujería ha sido compleja y arraigada, pues a lo largo de su historia, los grupos armados han incorporado creencias chamánicas y prácticas de brujería como parte de sus estrategias de control y legitimación del poder, y se ha convertido en un medio de protección espiritual y también como una herramienta de intimida- ción y dominación social.

Por: Julián David López Bríñez 

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Al cruzar la entrada el aire se impregna de un aroma denso a sahumerios y plantas secas, mientras las velas proyectan sombras inquietantes en las paredes cubiertas de símbolos antiguos. En el centro de la habitación hay un altar con figuras de santos, cráneos tallados y botellas con líquidos de colores que resguarda el corazón de los rituales. Y ahí el chamán que nos recibe con una mirada profunda, como si pudiera leer en el alma de quien cruza su espacio. Entrar a un lugar de estos es dejar a un lado a la ruidosa y caótica Bogotá para adentrarse en un lugar donde el tiempo parece detenerse.

Estos rastros de lo que alguna vez fue nuestra cultura indígena son visibles en establecimientos que prometen amarrar a un ser amado, o en su defecto destrozarle la vida, Pero ¿Es la brujería una herramienta de poder o una simple sugestión de la mente?

La brujería sigue siendo parte del día a día de muchas personas, con su mezcla de tradición, misterio y en algunos casos de conflictos peligrosos. Lo que comenzó con rituales indígenas con el tiempo se fusionó con la cultura urbana y se convirtió en un negocio rentable en mercados de sectores populares de la ciudad como San Victorino. Mientras algunos la ven como una forma de sanación o protección, otros la han usado como un camino para despertar el miedo y la violencia, llegando hasta asesinatos con elementos de brujería, que han despertado sospechas incluso entre las autoridades. En el mundo del crimen organizado también se han visto casos en donde grandes criminales recurren a la brujería como recurso de intimidación, como lo asegura un estudio de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Zulia. 

En el mundo del crimen organizado en Bogotá, la brujería es una constante que se ha convertido en una creencia popular que muchos apoyan, con rituales esotéricos como una forma de protección espiritual o para sembrar miedo entre enemigos.

El mito de utilizar prácticas de brujería funciona como una moda que las bandas criminales utilizan cada vez más. Según reportaje de Noticias tele Medellín, se han documentado casos donde bandas dedicadas al narcotráfico buscan blindarse mediante ceremonias con ofrendas de sangre o con pactos simbólicos, convencidos que los hará invulnerables a las autoridades o a sus enemigos.

En el contexto del Conflicto Armado, la relación con la brujería ha sido compleja y arraigada, pues a lo largo de su historia, los grupos armados han incorporado creencias chamánicas y prácticas de brujería como parte de sus estrategias de control y legitimación del poder, y se ha convertido en un medio de protección espiritual, así como una herramienta de intimidación y dominación social. 

En zonas rurales afectadas por la violencia los actores armados han recurrido a curanderos y chamanes para realizar rituales de “protección” antes de enfrentamientos o para protegerse en contra de la justicia. Este fenómeno se ha visto reforzado por la influencia de creencias indígenas y afrocolombianas que le otorgan un papel fundamental a los poderes espirituales en la vida cotidiana, que ven como sagradas.

Según un boletín de la Universidad Nacional de Colombia, la brujería ha servido como una forma de ejercer control social. “En algunos contextos la violencia se ha interpretado como el resultado de ataques mágicos, convirtiendo la hechicería en un mecanismo de regulación de conflictos internos dentro de comunidades desplazadas y en tensión con los grupos armados, justificando de una manera u otra agresiones o asesinatos bajo la premisa de que las víctimas estaban involucradas en trabajos oscuros o habían alterado el equilibrio de fuerzas invisibles”, señala esta investigación.

En Bogotá la brujería también ha sido un reflejo de las dinámicas de poder dentro del Conflicto Armado. La capital ha funcionado como un lugar de encuentro para la red de curanderos y hechiceros que atienden a personas desplazadas y miembros de grupos armados, que ofrecen desde limpias espirituales hasta rituales de protección.

Según José D’Arimatea, “un chamán Amazónico: la brujería en sí misma no es mala, solamente depende del uso que se le dé”. Según D’Arimatea, estas prácticas ancestrales han sido utilizadas habitualmente para sanar, proteger y equilibrar energías. Sin embargo, reconoce que algunas personas las han desvirtuado utilizándolas con el objetivo de manipular y perjudicar.

Esta mirada, resalta la importancia de comprender la brujería dentro de su contexto cultural y espiritual, diferenciando entre su aplicación benéfica y las consecuencias que puede generar por avaricia y por intereses personales o malintencionados. D’Arimatea enfatiza que al igual que cualquier herramienta la brujería puede ser utilizada para el bien o para el mal, dependiendo de la intención de quien la practique. Aunque no todo es cuestión de perspectiva, pues también hay estafadores que piden dinero a cambio de milagros, prácticas con las que engañan a personas en situaciones desesperadas. 

A pesar de esto la brujería sigue siendo una fuente de ingresos de muchas personas. Para algunos es un negocio legal y honesto, para otros es una forma de manipulación que se aprovecha del miedo y la necesidad de quienes buscan soluciones rápidas.

Si bien es cierto que la brujería cambia según el uso que se le dé, no se pueden dejar de lado testimonios donde la brujería ha sido utilizada para causar terror, como el caso de la señora Cecilia Ospina, que recuerda con inquietud lo que vivió hace algunos años en su casa en Bogotá: “Una mañana, el primer piso amaneció lleno de moscas pegadas a las paredes, unas moscas como tontas que, caminaban, se caían y dejaban huevos horribles”, recuerda Cecilia. Muchos asociaron este suceso con señales de brujería, y ella no tardó en relacionarlo con la mala racha que llevaban cargando los inquilinos del primer piso, que estaba infestado con las moscas. Entonces acudió a ayuda profesional, donde le confirmaron que lo sucedido en efecto era resultado de una brujería dirigida a sus inquilinos, no en su contra. 

Este tipo de historias no son aisladas, donde la brujería ha sido usada como un recurso espiritual, o como una herramienta de intimidación. En muchos casos quienes están envueltos en conflictos o disputas recurren a rituales oscuros para infundir miedo y ejercer control, convirtiendo la superstición en un arma psicológica dentro de un entorno ya marcado por la violencia.

Al final todo depende de quién la use y con qué intención. En palabras del chaman José D´Arimatea: “La brujería no es buena, no es mala, eso depende de cómo uno la valla a manejar”.

| Nota del editor *

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