Por: Miguel Ángel González Bonilla.
La Candelaria, una zona llena de historia, cultura y turistas, los cuales son el núcleo del problema que está afectando a esta zona de la ciudad.
¿Cómo nombramos este problema? Fácil, Gentrificación, ¿qué es? Pongámonos en contexto: la gentrificación es un proceso de transformación urbana en el que un área de una ciudad aumenta sus inversiones, su revitalización y tiene un radical cambio demográfico. Esto generalmente resulta en aumentos de los precios de vivienda y/o servicios, llegada de residentes de mayores ingresos y el desplazamiento de los residentes de ingresos bajos o de larga data en el lugar, varios ejemplos de ello serían Chinatown en San Francisco, Williamsburg en Nueva York o Palermo Soho en Buenos Aires.
Hablemos de la Gentrificación en La Candelaria, de primeras, ¿qué tan importante es?
La Candelaria conserva la arquitectura colonial, hecho que aumenta su valor patrimonial. Esta zona es conocida como el Centro Histórico de la ciudad, alberga muchos de los edificios y lugares históricos y emblemáticos como el Palacio de Nariño, el Capitolio Nacional, la Plaza de Bolívar y una serie de museos.
El origen del problema tiene que ver con la valorización del lugar: La centralización de la zona hizo que experimentara una creciente demanda de viviendas y comercio, que se mezcla con la proximidad de universidades, instituciones gubernamentales y sitios turísticos que la hacen atractiva para inversores y residentes de alto poder adquisitivo.
La renovación también tiene que ver, pues durante los últimos años se han llevado a cabo proyectos de renovación urbana en algunos puntos de La Candelaria, lo que ha mejorado la infraestructura y el entorno urbano. Estos proyectos continuamente atraen a inversionistas y promueven un aumento en los precios de la vivienda.
Sí, el turismo: La Candelaria es un destino turístico importante en Bogotá debido a su riqueza histórica y cultural, que ha llevado al desarrollo de esta industria, lo que aumentó y aumentará la demanda de alojamiento y servicios de gama alta.
Pero ¿por qué todo esto es tan reciente? “Después de la muerte de Pablo Escobar y del fin de la guerra con la guerrilla de las FARC, se ha visto más turismo actualmente”, señala Fernando, habitante y trabajador en la Candelaria.
Hasta principios de los años noventa del siglo pasado, Colombia era vista internacionalmente como un país donde caminar en cualquier ciudad era una bomba de tiempo, y no solo de tiempo, el terrorismo propiciado por Pablo Escobar dejaba sin respuestas a la misma DEA.
Con su muerte el 2 de diciembre de 1993 y la consecuente desaparición del Cartel de Medellín a manos del Bloque de Búsqueda, el desmantelamiento del Cartel de Cali y el acuerdo de paz con las FARC en 2016, los extranjeros tal vez se dijeron: “la cosa ya cambió, no hay razón para no ir a Colombia”.
¿Qué tanto ha afectado esto a la gente? Zaira, artesana y habitante de la localidad, afirma: “ Durante los últimos años se ha visto un desarrollo urbanístico más agigantado y más veloz, aunque a veces es un poco indolente con la comunidad, no considera la humanidad de las personas si no que pareciera que el desarrollo estuviera dirigido al comercio, al dinero, al capitalismo, pero no al desarrollo social de La Candelaria.
Para Zaíra, el desarrollo en este sentido es excluyente, pues asegura que hay muchas construcciones, cada vez más costosas, costos que no se reflejan en beneficios para la comunidad: “simplemente unos cuantos logran apoderarse del territorio, construir y desplazar, una forma de desplazamiento silencioso”, afirma.
Según la página MetroCuadrado, el valor del suelo en la zona ha tenido un aumento considerable, pues en 2010 el metro cuadrado contaba con un precio de $ 1,709,615, y para el año 2018, este llegó a una cifra de $ 3,964,095, indicando un aumento de un 131%. Por otra parte, según el DANE, el número de habitantes en la Candelaria ha ido disminuyendo con los años, pues mientras que en 1985 la localidad contaba con 30,948 habitantes, en 2020 había disminuido a 20,830.
La gentrificación ha venido impactando de modo progresivo y casi que imperceptible a esta localidad desde hace varias décadas, así como a muchas áreas de las principales ciudades del país, constituyéndose en un fenómeno que supone beneficios para unos, y pérdidas para otros, que en general son los habitantes de vieja data de la zona sin mayor poder adquisitivo.