Por: Santiago Ocampo Naranjo
La galería del barrio La Floresta, en Cali, es una de las plazas de mercado más antiguas de la ciudad. Allí, todos los días cientos de caleños se dan cita para comprar desde alimentos hasta animales y enceres necesarios para sus hogares.
La música ambienta las casi dos manzanas en las que se extiende la plaza, desde alabanzas yoruba hasta boleros y salsa se escuchan en el vaivén de la cotidianidad de la galería de La Floresta. En el sitio se encuentran poco más de 150 comerciantes que se dedican a la venta de comida, fruta, verduras, carne, productos esotéricos y hasta ropa y zapatos los cuales, muchas veces, son usados.

La plaza tiene dos partes; por un lado hay un edificio, y es ahí donde funciona como tal la galería, cuenta con administración, vigilancia y un ambiente más organizado. Alrededor de la estructura se encuentran otro tanto de comerciantes que en sus puestos venden gran variedad de productos.
Víctor González hace parte de ese grupo de personas que se gana la vida vendiendo frutas, en su puesto ofrece desde limones y pitalla hasta naranja y papaya. Se hace llamar “El Negrito del Sabor” y con su atención y particular sonrisa vende a los transeúntes quienes, tal como lo dice él, “vuelven porque se sienten bien atendidos”.