Pocas tareas son más desafiantes que llevar educación a un lugar con un contexto marginado. Hablar de formación en los centros penitenciarios implica reconocer una realidad donde la privación de libertad es apenas el punto de partida. En Colombia hay más de 104 mil personas privadas de la libertad, y aproximadamente 85 mil de ellas no han terminado el bachillerato.
La educación en estos entornos no solo enfrenta barreras sociales, sino problemáticas estructurales como limitaciones tecnológicas, restricciones de acceso a internet, carencia de equipos y, en muchos casos, ausencia total de conectividad. Frente a ese panorama, UNIMINUTO tuvo la oportunidad de hablar con Rocío Rincón Tobar, quien es la subdirectora de Educación del INPEC. Rincón destacó el rol transformador que desarrolla el Minuto de Dios en este contexto, “La Universidad Minuto de Dios ha sido fundamental para el proceso de educación en los centros penitenciarios del país”, aseguró, detallando que, desde hace seis años, la institución acompaña a más de 1.500 personas en reclusión que cursan actualmente programas de pregrado en modalidad tradicional y a distancia.
La educación tras los muros
Desde 2018, una sentencia judicial obligó al INPEC a garantizar el acceso a herramientas tecnológicas en las cárceles a los y las reclusas que manifiesten querer continuar con sus estudios aun estando en prisión. Aunque hoy existen 58 aulas virtuales equipadas con tecnología adecuada, el problema sigue siendo el mismo: la conexión a internet, “Los elementos, hablando de software, son adecuados, pero el problema llega con el tema del internet”, explicó Rincón al referirse a los bloqueos que impiden el acceso a múltiples plataformas desde los centros penitenciarios.
Esto llevó a que UNIMINUTO desarrollara su labor desde la modalidad a distancia, con clases presenciales en espacios adaptados dentro de los pabellones y las diversas celdas, “Todos los días en las cárceles se pueden ver a los docentes dando sus clases de manera tradicional en las celdas adecuadas como salón de clases”, indicó Rocío Rincón, destacando el esfuerzo continuo por parte de la comunidad educativa.
Una de las innovaciones más recientes ha sido la implementación de una plataforma para subir documentos y facilitar el contacto entre los estudiantes internos y sus profesores externos; sin embargo, muchas de esas páginas también fueron bloqueadas dentro del sistema penitenciario, lo que terminó convirtiéndose en un nuevo obstáculo, “Se volvió el cuello de botella”, lamentó.
La inteligencia artificial y el rezago estructural
Hablar de transformación digital en las cárceles del país aún parece una realidad lejana para Colombia. En palabras de Rincón, el sistema penitenciario colombiano ni siquiera cuenta con lectores biométricos o controles digitales de acceso como lectores dactilares, “Aquí en Colombia no hay lectores de huella para el ingreso de visitantes, aún se usan sellos para identificar a un visitante”, manifestó la subdirectora del INPEC.
Adicionalmente, desde su punto de vista, introducir herramientas como la inteligencia artificial no será posible si no se realiza primero una modernización profunda del sistema, “Conversar frente al uso de la inteligencia artificial en el sistema penitenciario es un desafío”, afirmó Rincón, aclarando que, antes de preparar a los reclusos para una sociedad digital, se debe transformar el modelo estructural que los rodea. No se trata solo de enseñar a manejar tecnología, sino de cambiar la mirada con la que se entiende a quienes cumplen una condena y recuperan luego su libertad.
Ese cambio de mirada ya se está logrando en parte gracias a la labor educativa que dignifica. Para Rincón, los grados universitarios dentro de las cárceles son actos profundamente significativos y conmovedores, “Ese lugar donde se realiza la ceremonia de grado se convierte en una gala donde se reflejan miles de emociones”, relató. La educación no solo transforma la mente, también devuelve esperanza, identidad y sentido, “La labor del padre Diego Jaramillo y de UNIMINUTO es dignificar a los reclusos de Colombia a través de la educación”, concluyó la subdirectora del INPEC, destacando la labor social que realiza el Minuto de Dios frente a este contexto, y reafirmando que el derecho a aprender también debe ser respetado en las cárceles de Colombia.