Por: Maritza Riaño Fandiño
Loma Verde empezó gracias a un grupo de mujeres del barrio Ciudad Hunza que, tras participar en cursos de la alcaldía, decidieron buscar una forma de generar ingresos y apoyar al medio ambiente. Una de ellas les enseñó el oficio del reciclaje y, poco a poco, formaron un colectivo unido por la necesidad, el aprendizaje y la voluntad de cuidar el planeta. Su nombre proviene de la visión que tenían desde el inicio, que la loma donde todas vivían (ciudad Hunza) sea “verde”. Y es así que esta organización recibe su nombre como lo conocemos hasta el día de hoy.
Graciela contó que al comienzo trabajaban en una organización donde las mujeres solo tenían cargos “menores’’ pero con las tareas más pesadas y peores pagas. Por eso decidieron crear un colectivo propio, donde ellas pudieran tomar decisiones, dirigir y dignificar su labor. Hoy Loma Verde es un ejemplo de liderazgo femenino, sin excluir a los hombres, pero dándoles a todos igualdad y valor dentro del grupo.
Para Graciela, reciclar no es solo separar basura: es un acto político y un acto de amor por la naturaleza. Señala que el reciclaje empieza en casa, cuando cada persona toma conciencia de qué compra, cómo consume y qué residuos genera. Y menciona algo contundente: La basura no existe, Solo hay materiales aprovechables y no aprovechables.
Además de todo esto, ella nos explicó varias recomendaciones sencillas que todo hogar debe seguir:
- Usar dos bolsas: una para lo aprovechable como papel limpio, cartón, plástico PET, latas, vidrio, tetrapak escurrido y otra para lo no aprovechable (comida cocinada, empaques contaminados, envolturas de paquetes, residuos del barrido)
- Los materiales deben ir limpios y secos.
- No es necesario lavar latas o envases: basta con retirar los restos con una servilleta.
- No comprar “basura”: muchos productos de bajo precio tienen empaques no reciclables que terminan en el botadero.
- Adquirir productos cuyo empaque sea en vidrio, cartón o materiales reutilizables.
Esta es una labor 24/7. Loma Verde trabaja todos los días, sin descanso. Recolectan material en las calles, conjuntos, colegios y también realizan charlas de sensibilización. Su meta es que todas las personas separen desde la fuente y reconozcan la importancia del reciclador. Y como nos comentaba, cada ciudadano tiene una deuda ambiental con los recicladores.
Uno de los mensajes que debemos resaltar es el de ponerse en el lugar de quienes desempeñan esta labor, puesto que, muchas veces son juzgados o discriminados, pero gracias a ellos se rescata una gran cantidad de material que no termina en el botadero Doña Juana y por consecuente disminuye los efectos ambientales negativos de nuestra ciudad.
El colectivo también tiene una tienda llamada Atacuica, donde ejercen un tipo de trueque. Niños y vecinos pueden llevar botellas u otros reciclables y cambiarlos por útiles escolares, ropa o artículos en buen estado. Una forma solidaria de educar y ayudar.
Finalmente el mensaje central de este episodio en el cual Graciela resalta “La clave es la corresponsabilidad: ponerse en los zapatos del otro y del planeta.”
Recordando que cada pequeño acto cuenta, desde leer bien las canecas hasta entregar el reciclaje separado correctamente.








