Desde hace algunos años, el tanque de pensamiento de ProBogotá viene investigando cómo se transforman las ciudades frente a los retos de la cuarta revolución industrial. Cambios demográficos acelerados, crisis ambiental e inmersión tecnológica han obligado a revisar no solo el mercado laboral, sino también la manera en que se enseña en las aulas educativas.
El director Jesús Dulce explicó que buena parte del reciente trabajo realizado en ProBogotá se ha enfocado en temas como los empleos verdes y la pertinencia de las formaciones en función de los nuevos servicios que surgen en medio de esta transición: “Sabemos que un país como Colombia, altamente dependiente del carbón y el petróleo, necesita transformarse”, indicó Dulce, haciendo énfasis en que los desafíos de sostenibilidad también exigen transformaciones profundas en la educación superior.
Educación para una realidad tecnológica
La inteligencia artificial, en ese contexto, ya no es una novedad futura, sino una realidad que se integra cada vez más a la vida cotidiana, “Esto no es algo que se va a acabar; por el contrario, seguirá creciendo”, afirmó Dulce, refiriéndose a la IA. Adicionalmente, insistió en que el reto no es tecnológico, sino humano. Desde su perspectiva, el sistema educativo debe preguntarse cómo formar a las nuevas generaciones para convivir con estas herramientas, sin perder su capacidad y criterio crítico personal.
Según cifras del último Foro Económico Mundial, están desapareciendo los empleos ligados a tareas repetitivas, tales como los cajeros, asistentes administrativos, taquilleros o contadores. Por otro lado, ganan terreno las ocupaciones asociadas a big data, análisis de datos, fintech y ciberseguridad, “Mientras más crece la inteligencia artificial, más vamos a necesitar la inteligencia humana”, señaló el director Dulce, destacando que competencias como el pensamiento crítico y las habilidades socioemocionales deben ser rescatadas como pilares en el modelo educativo.
Las prioridades evolucionan con la sociedad
Ese cambio de prioridades no es solo laboral, también es generacional. La transformación tecnológica ha impactado de manera directa en los comportamientos de los jóvenes, y eso se nota cuando llegan al entorno profesional, “Hoy nos relacionamos por medio de aparatos tecnológicos, ya no es necesaria la cercanía física”, explicó el funcionario de ProBogotá. La manera de habitar el mundo cambió, y eso se refleja incluso en decisiones personales.
Muchas personas jóvenes han dejado de lado el proyecto de tener hijos, ya sea por elección o por contexto. Según Dulce, en la última década Colombia ha tenido una disminución del 33 % en la tasa de nacimientos, “Por primera vez en la historia, el país tiene menos de quinientos mil nacimientos al año”, mencionó, señalando también cómo ese fenómeno transforma el tipo de vivienda: hogares más pequeños, edificaciones de menos metros cuadrados, nuevas formas de vida urbana. Las proyecciones indican que, para 2035, el tamaño promedio del hogar en Bogotá bajará de 2,5 a 2 personas.
En medio de este panorama, Bogotá está haciendo una apuesta por conectar la formación académica con la realidad del mundo laboral, “La Secretaría de Educación tiene una gran apuesta por focalizar esas inversiones de becas en temas que tengan apalancamiento en el empleo”, concluyó Dulce, subrayando que la pertinencia educativa no es solo una meta institucional, sino una herramienta para construir futuro y transformar la sociedad.