Por Julian León, egresado de Comunicación Social & Periodismo
El actual auge de los nacionalismos efervescentes y la sobre información mediática característicos de nuestro tiempo, han llevado a poner la lupa discriminatoria sobre la coyuntura de la migración. ¿De qué hablamos realmente cuando defendemos que la migración tiene más aspectos positivos que negativos?
En el transporte público, en las calles, en los restaurantes, en los parques, en la mayoría de lugares, escuchamos hablar de la migración como puerta directa al oscuro abismo del desempleo, el hurto organizado, el vandalismo, entre otros factores negativos. Alrededor del migrante, en especial de los que están del lado de la ilegalidad documentaria, se han tejido estereotipos en torno a su presencia en los países a los que arriban. Desglosemos mitos:
¿Desempleo a la vista? Estudios contemporáneos de reconocidas universidades norteamericanas y europeas afirman que la llegada de migrantes a países receptores garantiza una gran potencialidad y variedad de mano de obra enlistada para oficios varios. La productividad y la competitividad se elevan conforme nuevas manos llegan a ocupar puestos de trabajo, muchas veces rechazados por los ciudadanos de las sociedades de acogida.
¿Enfermedades a la vista? Vivimos en un mundo globalizado que conectó gracias a sus medios de comunicación y transporte a la mayoría del planeta. Decir que los extranjeros traen enfermedades es, hoy por hoy, una gran falta de respeto a su integridad física y psicológica. No hay que olvidar que la mayoría de ingresos internacionales deben pasar por un serio proceso de migración, especialmente en los aeropuertos. Tampoco hay que olvidar que el ser humano convive con miles de bacterias diariamente: ¿se están volviendo hipocondriacos ahora?
¿Se dispara el hurto? Aterricemos en concreto con la diáspora venezolana que llega a Colombia. A raíz de ello muchos connacionales han asegurado que son los venezolanos los que produjeron un incremento del hurto ciudadano. Nada más alejado de la realidad y mucho peor que la generalización: según datos oficiales, en 2018 el 0.4% de delitos registrados en Colombia fueron causados por venezolanos (específicamente 873 casos de 208.655).
¿Solo migran los ladrones, necesitados y cobardes? Otro argumento totalmente ad hominem. La migración se produce por diferentes razones: por guerras políticas y económicas, entre otros factores, pero en ella pueden confluir diferentes tipos de personas y personalidades. De nuevo, con este prejuicio, se incentiva la generalización del ser. Es gracias a migrantes, por ejemplo, que en Colombia se fundaron icónicas compañías como Bavaria, Totto, Alpina, Avianca, entre otras, que ofrecen miles de empleos cuando la economía lo permite.
La lista de prejuicios puede continuar de manera prolongada. Al accionar discriminatorio de los sujetos que se rigen por estos estereotipos dañinos hay que sumar, además, serios ataques a la identidad, cultura y rasgos físicos de los migrantes a los que les temen.
Al respecto, hay un cómico contemporáneo argentino llamado Diego Capusotto quien creó un personaje a la medida de los ignorantes actuales: Micky Vainilla. A Micky no le gustan los morochos ni los pobres indigentes golpeados por los densos tentáculos del capitalismo; le disgusta la izquierda política y sus luchas fracasadas, así como detesta que los migrantes pobres visiten su anhelado país, compuesto por ‘rubios altos y de ojos azules, cuyo sol es la esvástica hitleriana. A Micky le encanta la alta cultura, pero no las culturas subversivas, decoloniales y alternativas. Micky tiene una oscura fobia que es el cáncer de la globalización: la aporofobia o miedo al pobre.
Por ende, son diversos los argumentos para asegurar que en nuestra sociedad hay mucho ‘aporofóbico’, más no xenófobo. ¿Por qué el trato diferente entre el europeo con plata y el centroamericano migrante?