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[Opinión] El costo de la vida: la canción de Juan Luis Guerra que describe a Colombia en 2025

En 1992, Juan Luis Guerra cantó: “el costo de la vida sube otra vez, el peso que baja, ya ni se ve”. Hoy, en Colombia 2025, esa estrofa resuena como si hubiera sido escrita esta semana.

Cuando Juan Luis Guerra lanzó “El costo de la vida” en 1992, el Caribe y América Latina la bailaron. La canción que hace parte su álbum “Areíto” se convirtió en un símbolo del merengue con un mensaje social, denunciando la pobreza, el hambre, la inflación, la injusticia y la corrupción en América Latina.

Hoy, 33 años después, Colombia vive una realidad que parece extraída de sus versos:

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“El costo de la vida sube otra vez, el peso que baja ya ni se ve, y las habichuelas no se pueden comer.”

Aunque la inflación en Colombia bajó este año (comparando abril de 2025 con abril de 2024), los precios de la canasta familiar siguen subiendo, el salario mínimo apenas cubre lo básico y el desempleo juvenil crece. La informalidad laboral pasa el 50 % y muchos hogares a duras penas logran sobrevivir cada mes, cubriendo alimentos, arriendos y servicios públicos.

Tal como lo cantaba Juan Luis Guerra en los 90, el valor del dinero se desdibuja mientras los alimentos esenciales como el arroz, el huevo o el aceite se convierten en artículos de lujo para las clases populares. El paralelo con “las habichuelas” es más vigente que nunca.

¿Y la salud? En cuidados intensivos

Otra línea que resuena con fuerza: “La medicina ya no se da, ni los enfermos pueden ingresar.”

En Colombia, las EPS siguen acumulando quejas y el sistema de salud pública colapsa en varias regiones. Enfermos crónicos sin tratamiento, citas médicas a seis meses, desabastecimiento de medicamentos esenciales  y una reforma a la salud que aún no logra consenso ni resultados visibles.

El acceso digno y oportuno al servicio de salud sigue siendo una deuda estructural que “El costo de la vida” denunció hace tres décadas y que permanece vigente.

Qué decir de la seguridad

“La cosa está muy dura, el trabajo escasea y la calle está dura” Aunque esas palabras no están literalmente en la canción, el espíritu sí. La inseguridad en Colombia ha escalado. robos, homicidios, extorsiones, grupos armados disputando territorios y un creciente número de desplazamientos forzados marcan el panorama.

La sensación de inestabilidad y miedo es compartida tanto en zonas rurales como en grandes ciudades como Bogotá, Medellín o Cali.

En el ámbito político, la desconfianza crece. La canción decía: “El gobierno de mi país no sabe gobernar, porque sólo piensa en el poder disfrutar.”

Hoy, los ciudadanos se debaten entre la esperanza de un cambio y la decepción por la ineficiencia institucional. La polarización, el populismo, la corrupción y la burocracia siguen minando la confianza en el sistema.

Las promesas incumplidas han convertido a muchos votantes en escépticos, mientras el ciudadano de a pie sigue enfrentando los mismos problemas que hace tres décadas.

¿Un merengue para el futuro o es que, nada ha cambiado?

“El costo de la vida” fue un éxito musical en las estaciones de radio de América Latina, pero más allá de sus trompetas y tambores, es un testimonio social que no ha caducado.

En una Colombia que aún busca respuestas y liderazgos transformadores, su letra funciona como espejo y advertencia.

No deja de sorprender que una canción grabada en Santo Domingo en 1992 retrate con tanta precisión lo que pasa hoy en nuestro país. La música, una vez más, nos muestra que la historia se repite cuando no aprendemos de ella.

| Nota del editor *

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