La medida, justificada por la Casa Blanca bajo el argumento de “reequilibrar” la relación comercial, amenaza con impactar de manera directa a los principales sectores exportadores del país y con profundizar la volatilidad del peso colombiano, que ya sufrió una depreciación de 1,4 % tras conocerse la noticia.
Estados Unidos es el principal socio comercial de Colombia. En 2024, las exportaciones nacionales hacia ese país alcanzaron los 15.000 millones de dólares, dentro de un intercambio total que superó los 36.000 millones. Cualquier modificación en los aranceles tendría, por tanto, un efecto inmediato sobre la economía. Los sectores más expuestos son el petrolero, el carbonífero, el cafetero y el de las flores, que en conjunto representan la mayor parte de las ventas externas del país.
Los cálculos preliminares indican que un incremento del 10 % en los aranceles significaría una pérdida cercana a los 1.500 millones de dólares en competitividad, cifra que podría ascender a 3.700 millones si el gravamen llega al 25 %. En un escenario extremo, con un aumento del 50 %, el costo para los exportadores colombianos se aproximaría a los 7.500 millones de dólares, afectando no solo los ingresos nacionales, sino también miles de empleos en regiones rurales que dependen de estos sectores.
El impacto iría más allá del comercio. Una reducción en las exportaciones a Estados Unidos implicaría menos divisas, presión sobre la balanza de pagos y un peso más débil, con el consecuente riesgo de aumento en la inflación interna. Además, las empresas que proveen servicios a los exportadores —transporte, empaques, logística— también se verían afectadas, generando un efecto en cadena sobre la economía nacional.
En el plano político, la decisión de Washington llega en un momento de tensión bilateral por desacuerdos en materia de cooperación antidrogas y seguridad. El Gobierno colombiano llamó a consultas a su embajador en Estados Unidos y evalúa estrategias para mitigar el golpe, que van desde la búsqueda de nuevos mercados hasta el fortalecimiento de la producción interna y la activación de mecanismos de defensa comercial.
La situación pone a prueba la capacidad del país para diversificar sus socios y reducir su dependencia del mercado estadounidense. Aunque las autoridades insisten en mantener el diálogo abierto, el anuncio de Trump plantea un desafío mayúsculo: proteger el empleo, la estabilidad cambiaria y la confianza inversionista frente a una medida que podría alterar el rumbo económico del país en los próximos meses.