Por: Julieth Cicua
Son pocos los cineastas que se atreven a hablar de temas tabú como la religión o el abuso sexual y más en una sociedad como la colombiana, profundamente católica y a la que le gusta ignorar sus problemas. No obstante, a veces aparecen autores como el director Steven Morales Pineda quien se atrevió a hablar de estos dos temas en su ópera prima Agua Salá (2025) la cual se estrena este 8 de mayo.

Es así que Agua Salá, sigue la historia de Jacobo, un hombre solitario y espiritual a quien el pasado le inquieta en su día a día, cuando de repente a su vida vuelve José Luis, un sacerdote con quien tuvo un vinculo muy cercano en su infancia, pero ahora este está retirándose de su cargo debido a acusaciones de abuso sexual a menores. No obstante, Jacobo siente una enorme atracción por él a pesar del rechazo de sus allegados.
La fuerza de esta película es lo que no se dice, pero se puede intuir. Aunque desde el primer momento tenemos audios y vídeos en segundo plano y sobre las acusaciones a José Luis, mientras transcurre la película, estas denuncias nunca se hacen frente al personaje, solo son pequeños guiños que José Luis repele al instante, mientras los diálogos están cargados de un subtexto sobre situaciones del pasado.

También algo tremendamente significativo en Agua Salá es el mar, no solo debido a su rodaje en Puerto Colombia, sino porque durante gran parte de la película, a pesar de la cercanía a la playa, sus personajes se niegan a estar en ella, parecen temerle al agua, no obstante, muchos momentos de reflexión se dan con ella, como lo dice el protagonista “deje que el agua salá se lleve todas esas penas”.
Esto también es revelado mediante la desnudez, todo el tiempo se ven cuerpos como vehículos de la culpa, la lujuria, del pecado que no se va con agua dulce sino son purificados con el agua salada. Junto a esto la película está cargada de otros simbolismos, no sólo religiosos sino acerca de la historia de cada personaje; desde el diseño de producción, los silencios, la música, la mirada intensa y dulce de su protagonista.

Todo lo anterior es aprovechado para jugar con la mente del espectador; ¿esto es realmente amor? o ¿Jacobo fue víctima de grooming? (proceso en el que se da un vínculo de confianza entre la víctima y el acosador donde la víctima se aísla poco a poco de su red de apoyo generando un ambiente de intimidad con el acosador), es inquietante como la película no juzga, es sumamente provocadora e incómoda, porque a veces de esto se trata tocar temas tabú; sentir más que entender.