El rival no es de juego, es Brasil con toda su artillería y Colombia estaba armada con otras opciones por parte de Queiroz, no estaban las estrellas, era la oportunidad para ver probar otra manera de jugar, de observar otras variantes y a fe que logró un equipo ganador, aunque se fueron con un empate 2-2 con el examinador caricoca.
El partido en un estadio casi lleno, con un clima caluroso, acompaño a las selecciones y claro, el amarillo de nuestra camiseta saltaba en las tribunas, mientras que en la cancha era el uniforme azul el que corría, gambeteaba y luchaba. Primer gol de Brasil en una acción de tiro de esquina de Neymar y un cabezazo de Casemiro. Los pesimistas de siempre alegando la falta de Falcao y de James, y un penalti apareció, una imprudencia de Alex Sandro que coloca uno de sus guayos en el pecho de Muriel. Acción realmente peligrosa.
El mismo Muriel cobre la falta y la tribuna y los colombianos que seguían el partido en la tele, saltaron de emoción. Y el partido tomo otro ritmo. A los pocos minutos nuestra selección logró otro gol, en acción perfecta de fina mecánica futbolera, Roger pasó para Zapata y éste pasó a Muriel que remató con al mejor estilo e un verdadero rematador.
Terminó el primer tiempo y la ilusión de más goles circulaban en todos los mentideros deportivos. Muchos analistas daban razón al no tan nuevo entrenador, hablaban de miles de variantes, la falta de unos, la presencia de otros, y comenzó el segundo tiempo.
Algunos apostaron a ganar, otros a empatar y la mayoría a disfrutar de un partido que de amistoso no tuvo nada. Dos escuadras dedicadas a hacer buen fútbol, de ese que gusta y emociona y más un viernes a la noche, como invitando a tener un buen fin de semana.
Brasil atacó a su buen estilo, hasta que lo logró, brilló Neymar que recibió un pase de Alves, el lateral que no pierde una y el partido quedó 2 por 2.
Fue un buen examen, no se perdió frente a la escuadra brasileña y nos permitió una sonrisa para iniciar el fin de semana.