Por Cristian Andrés Chaparro Arias
En lo alto de una de las ciudades con mayor contaminación en Colombia, a más de 3.152 metros sobre el nivel del mar, un sendero serpentea entre zonas boscosas. Este recorrido, bautizado como Sendero Paramundo, surge como una promesa de reconstrucción de hábitats y un recordatorio de la relevancia global de las aves. Es, además, un llamado urgente a la conservación.
El sendero Paramuno, ubicado en las alturas del cerro Monserrate, se ha convertido en uno de los lugares preferidos de los amantes de avifauna. Allí, pueden observar y cuidar cientos de especies, algunas endémicas y otras migratorias. Inaugurado el 5 de agosto del año 2023, este espacio nació gracias a una propuesta de ingenieros ambientales que lograron habilitar una zona previamente restringida, permitiendo así a visitantes y expertos conectar con la biodiversidad local a través de una experiencia educativa y sostenible.
Según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Colombia alberga 1.954 especies de aves, incluidas 82 endémicas, 158 migratorias. Muchas de estas especies enfrentan graves amenazas. De acuerdo con la resolución 0126 de 2024, hay 139 especies clasificadas en peligro, de las cuales 13 están en estado crítico, como el pato negro, el cóndor de los Andes, el águila solitaria, la tortolita caribeña y la cotorra coroniazul.
Una de las principales amenazas en Colombia para la extinción de estas aves es la deforestación y perdida de su hábitat, según un estudio de 2021, que analizó diferentes periodos que comprenden de los años 2000 hasta el 2015 y una proyección hasta el año 2040.
“La gran mayoría de las aves dependientes del bosque en Colombia habían perdido hábitat adecuado para 2015 en comparación con la extensión de su hábitat histórico. La pérdida promedio de hábitat fue de 24% para 2000, 27% para 2015, y proyectamos una pérdida promedio de hábitat de 38% para 2040. Solo el 17% de las especies que se proyecta que perderán al menos la mitad de su hábitat en Colombia para 2040 están actualmente clasificadas como amenazadas”.
Un espacio con restricciones por el bienestar aviar
En su inauguración, el sendero recibió un flujo masivo de visitantes, lo que provocó que muchas aves se ocultaran en lo profundo del bosque debido al estrés generado por el ruido. Esta situación llevó a los organizadores a implementar restricciones. El sendero ahora opera de lunes a sábado, mientras que los domingos y festivos se reserva para dar tranquilidad a las aves. Además, se introdujo un costo de entrada para garantizar que los visitantes comprenden la importancia de cuidar las especies y su hábitat.
El ingeniero ambiental Jeison MacGregor, unos de los responsables del proyecto, comentó que el propósito era asegurar que este espacio no solo fuera accesible, sino que promoviera un verdadero compromiso con la conservación. El objetivo es asegurarse de que quienes “decidan visitar el sendero son personas que estan totalmente enteradas de la importancia de cuidar a estas especies y así mismo su hábitat”, explicó el experto.
Un símbolo de resistencia
El sendero Paramuno no es solo un espacio físico; es un símbolo de resistencia. En una Colombia donde los ecosistemas enfrentan amenazas constantes por la expansión urbana y el cambio climático, lugares como este ofrecen una alternativa de esperanza. Cada paso en este sendero es una invitación a reflexionar sobre el impacto humano en la naturaleza y la urgencia de un cambio hacia una coexistencia sostenible.
Cada paso en este sendero es una invitación a reflexionar sobre el impacto humano en la naturaleza y la urgencia de un cambio hacia una coexistencia sostenible. El sendero es un testimonio de lo que se puede lograr cuando la voluntad humana se alinea con el respeto por la biodiversidad.
La reflexión que deja Paramuno es clara: la conservación no es un camino fácil ni corto, pero cada pequeño esfuerzo cuenta. A medida que el sendero continúa siendo un refugio para las aves y un centro educativo para los seres humanos, se reafirma la idea de que el destino de las especies, incluyendo la nuestra, está entrelazado de manera irremediable. Si no aprendemos a vivir en armonía con la naturaleza, muy pronto solo nos quedará el eco de lo que alguna vez fuimos capaces de salvar.
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