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Una conversión de verdad y no de fachada

Al reflexionar en el Evangelio dominical de San Mateo (21,28-32) , el Papa explicó que “Jesús quiere superar una religión entendida solo como práctica exterior y rutinaria, que no incide en la vida y en las actitudes de las personas. Una religiosidad superficial, solamente un ritual entre comillas, en el feo sentido de la palabra”.

“Los exponentes de esta religiosidad ‘de fachada’, que Jesús desaprueba, eran en aquel tiempo «os sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, los cuales, según la admonición del Señor, en el Reino de Dios serán superados por los publicanos y las prostitutas”.

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En esta línea, el Santo Padre señaló que “esta afirmación no debe inducir a pensar que hacen bien los que no siguen los mandamientos de Dios y la moral, y dicen: ‘al fin y al cabo, ¡los que van a la Iglesia son peor que nosotros!’. No, esta no es la enseñanza de Jesús. Jesús no señala a los publicanos y las prostitutas como modelos de vida, sino como ‘privilegiados de la Gracia’”.

“Quisiera subrayar esta palabra ‘Gracia’ porque la conversión siempre es una Gracia. Una conversión que Dios ofrece a todo aquel que se abre y se convierte a Él. De hecho, estas personas, escuchando su predicación, se arrepintieron y cambiaron de vida. Pensemos en San Mateo, por ejemplo, que era un publicano, un traidor a su patria”, indicó.

En este sentido, el Santo Padre destacó también que “en el Evangelio de hoy, quien queda mejor es el primer hermano, no porque ha dicho «no» a su padre, sino porque después del «no» se ha convertido en un «sí»”.

“Dios es paciente con nosotros: no se cansa, no desiste después de nuestro «no»; nos deja libres también de alejarnos de Él y de equivocarnos. Pero espera ansiosamente nuestro «sí», para acogernos nuevamente entre sus brazos paternos y colmarnos de su misericordia sin límites”, señaló el Papa.

De este modo, el Santo Padre destacó que “la fe en Dios pide renovar cada día la elección del bien respecto al mal, la elección de la verdad respecto a la mentira, la elección del amor del prójimo respecto al egoísmo” y agregó que “quien se convierte a esta elección, después de haber experimentado el pecado, encontrará los primeros lugares en el Reino de los cielos, donde hay más alegría por un solo pecador que se convierte que por noventa y nueve justos”.

Sin embargo, el Papa recordó que “la conversión, cambiar el corazón, es un proceso, un proceso de purificación de las incrustaciones morales; y en ocasiones, es un proceso doloroso, porque no existe el camino de la santidad sin la renuncia” y reiteró que: “No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual. El proceso espiritual conlleva la ascesis y la mortificación, que poco a poco conducen a vivir en la paz y en la alegría de las bienaventuranzas”.

“El Evangelio de hoy cuestiona la forma de vivir la vida cristiana, que no está hecha de sueños y de bonitas aspiraciones, sino de compromisos concretos, para abrirnos cada vez más a la voluntad de Dios y al amor hacia los hermanos. Pero esto, incluso el pequeño compromiso concreto no puede hacerse sin la Gracia, la conversión es siempre una Gracia: ‘Señor dame la gracia para ser un buen cristiano’”.

Fuente: Vaticano News

| Nota del editor *

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