Por: Danniela Rodríguez
La fecha no es casual. Cada 24 de julio se simboliza una idea poderosa: el autocuidado debe estar presente las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Una invitación a no delegar completamente el bienestar en médicos, psicólogos o instituciones, sino a asumir un rol activo, constante y consciente en la propia salud física, mental, emocional, espiritual y social.
El Día Internacional del Autocuidado fue instaurado en 2011 por la International Self-Care Foundation y desde entonces ha ganado fuerza en diferentes partes del mundo, con el respaldo de organizaciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS). En 2025, esta conmemoración cobra aún más sentido: el impacto postpandemia, el aumento de enfermedades mentales y el estrés crónico han puesto en evidencia que el bienestar personal no es un lujo sino una necesidad urgente.
El autocuidado no se limita a tomar agua, hacer ejercicio o dormir ocho horas. Es también saber decir que no, identificar el agotamiento antes de que se vuelva enfermedad, alimentarse con criterio, gestionar emociones, pedir ayuda cuando se necesita y establecer límites saludables en lo digital, lo laboral y lo afectivo.
“Debemos escucharnos a nosotros mismos, esa voz interior que nos dice, algo está pasando, poner límites, regularnos, y lo más importante, priorizar nuestro bienestar a largo plazo”, así lo sostiene Sandra Patricia Restrepo, candidata a doctora en Administración y magíster en Psicología del Consumidor, con amplia experiencia docente en procesos de acompañamiento universitario.
Según datos de la OMS en su ciclo de actividades del Mes del Autocuidado 2025, que se celebra del 24 de junio al 24 de julio, fortalecer hábitos de bienestar reduce la carga de enfermedades no transmisibles como la hipertensión, la diabetes tipo 2, algunos tipos de cáncer y los trastornos mentales comunes.
La OMS promueve una visión ampliada del autocuidado, que incluye desde el acceso a información confiable y herramientas digitales hasta el uso responsable de medicamentos sin prescripción. También insiste en que los sistemas de salud deben facilitar espacios donde las personas puedan tomar decisiones informadas sobre su bienestar.
Aunque en países como Canadá, España o Nueva Zelanda ya existen estrategias nacionales de autocuidado, en Colombia este concepto aún se encuentra en construcción cultural. Sin embargo, iniciativas académicas y comunitarias empiezan a impulsar su apropiación, especialmente entre jóvenes y mujeres.
“Necesitamos descansar, nuestro cuerpo requiere descanso, debemos descansar de la parte digital, de lo laboral y académico”, propone Sandra Patricia Restrepo, que por más de ocho años ha sido docente consejera.
En ciudades como Bogotá y Medellín, universidades y entidades de salud han comenzado a implementar programas permanentes de autocuidado emocional, jornadas de escucha activa, pausas activas, y talleres sobre límites digitales, alimentación intuitiva y gestión del estrés.
Uno de los errores más comunes es convertir el autocuidado en una nueva exigencia de productividad. Dormir mejor para trabajar más, meditar para ser más eficiente, comer bien para no bajar el ritmo. Esta lógica, aunque bien intencionada, termina por desvirtuar la esencia del autocuidado.
El autocuidado no debe estar al servicio del rendimiento, sino de la dignidad del descanso, la conexión personal y el derecho a la salud mental. Como menciona Restrepo: “Nos exigimos tanto que si tenemos un momento de ocio sentimos culpa”.
El autocuidado no tiene recetas únicas. Lo importante es que sea intencional y adaptado a las propias necesidades. Algunas ideas que se pueden incorporar son:
- Identifique una actividad que le haga sentir bien sin culpa.
- Establezca horarios de descanso digital.
- Organice las comidas sin caer en restricciones excesivas.
- Escucha su cuerpo: ¿necesitas moverte o detenerte?
El Día Internacional del Autocuidado no busca el consumo de productos de bienestar ni llenar el calendario de “rutinas saludables”. Es, ante todo, un recordatorio de que el primer acto de salud comienza con una decisión interna: tratarse con respeto, cuidado y constancia.
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