Por María Nelly Lenis Rubio.
Es un fenómeno usual que se ha presentado en la ciudad de Santiago de Cali desde hace más de un siglo, en 1910 con el inicio de la modernización y posterior en 1915 la llegada del ferrocarril cuando los primeros moradores de las laderas de Cali se abrieron paso entre los bosques que la cubrían para asentarse pasajera o definitivamente invadiendo terrenos de forma ilegal promovido por urbanizadores piratas que se lucraron de la necesidad de muchos con el espacio de pocos. No es de ahora ésta figura que tiñe los cerros con cenizas, es de siempre; así se ha ido creando Santiago de Cali.
Ahora la ciudadanía caleña se indigna por el problema ambiental mundial que se está atravesando, pero unos años atrás no se hacía tanto eco a éstos incendios y se volteaba hacia un lado la cara para seguir promoviendo «la capital de la salsa», la Feria de Cali y todo lo que sea regocijo. La vista hipócrita de muchos que defienden desde redes sociales, charlas privadas y quejas públicas sin llevar a la acción sobre ésta situación es la que decepciona a muchos pobladores que ven en su ciudad un significado diferente donde predomina la amabilidad, la alegría y el compromiso que han resaltado sus habitantes en demostraciones sociales y deportivas llevando la bandera y representación hasta lo más alto.
Santiago de Cali es una ciudad privilegiada anclada en medio de un corredor montañoso a lado y lado que la ventea en la tarde bajando la temperatura para climatizar la urbe y atravesada por el río que lleva su mismo nombre. Esa brisa es la que se ha vuelto el enemigo del fuego en los cerros porque aviva con intensidad y permite la expansión rápida de esta catástrofe.
El llamado es al compromiso de cuidado de sus residentes con este monstruo que atropella la vida por unos pesos para satisfacción propia a costa de lágrimas, heridas y muerte.
Agradecimiento infinito al Benemérito Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Cali quienes de forma integral y con el característico empeño han sabido destacarse en medio de esta calamidad ambiental. El esfuerzo de un puñado de gente se reconoce y se exalta. Hoy son más las campañas verdes que convidan a poner una semilla de cuidado; la invitación es para que todos se comprometan a sanar, contemplar, cuidar preservar los cerros de forma natural y verdes aportando oxígeno para todos y no como un cajero automático con fines lucrativos de la delincuencia.