Cientos de motoristas y de conductores de transporte público haitianos se agolpaban este jueves en las gasolineras cerradas y sin combustible, mientras reclaman al Gobierno por la nueva crisis de los carburantes, que se extiende desde inicios de junio.
“Llevamos varios días sin combustible, lo poco que traen enseguida se termina y ahora estamos respetando el paro contra la inseguridad, porque cada vez es más difícil que los camiones puedan abastecernos”, dijo a la Agencia Sputnik, Olivier, empleado en la estación de Metellus y Chavannes en la zona sur de Puerto Príncipe.
La Asociación de Conductores de Productos Petrolíferos llamó a la huelga general y advirtió que no distribuirán el rubro hasta que las autoridades solucionen la grave inseguridad que asola principalmente la capital.
Varios conductores fueron secuestrados en las semanas recientes, o despojados de su mercancía, en momentos en que las bandas armadas que operan con impunidad en la ciudad especulan con el combustible en el mercado informal.
El director general de la Oficina de Monetización de Programas de Ayuda al Desarrollo, Fils-Aimé Ignace Saint Fleur, confirmó en el programa radial Magik 9 que se reunirá con los transportistas declarados en huelga para tratar de encontrar una solución.
Como en otras crisis, la escasez de combustible en las gasolineras responde a la indisponibilidad del producto.
Las terminales petroleras apenas cuentan con carburantes en sus depósitos, a lo cual se suma la red de bandas alrededor de ellas impide abastecer los camiones cisterna.
“El lunes arribó al país un barco que transportaba 30.000 barriles de diésel y 17.000 barriles de gasolina. Esta cantidad representa de dos a tres días de consumo para el país. El verdadero problema radica en la disponibilidad del producto en el país: el pedido debe hacerse a tiempo”, dijo el presidente de la Asociación Nacional de Distribuidores de Productos Petrolíferos, David Turnier.
Mientras tanto en las calles, cientos de niños y adultos caminan hacia sus escuelas o centros laborales, pues la escasez de combustible encareció los precios del transporte público o impidió a muchos conductores prestar servicios.
“Desde el domingo no puedo trabajar, primero por la huelga y ahora llevo dos días intentando repostar”, dijo a esta agencia Dimitri, quien conduce un colorido autobús de los conocidos como “tap tap”, mientras esperaba en una larga fila en una estación en el barrio Canapé Vert, en el suroeste de la capital, que aún se mantenía cerrada.
El racionamiento comienza a generar tensión en el país.
Este jueves manifestantes bloquearon la céntrica avenida de Delmas, y erigieron barricadas en varias zonas de la capital.