Todos los obispos del país manifestaron su rechazo y preocupación frente a los lamentables hechos ocurridos en el país en los últimos días, donde han asesinado a 13 jóvenes en diferentes regiones del país.
La Conferencia Episcopal emitió el siguiente comunicado:
“Los obispos católicos de Colombia manifestamos nuestra profunda aflicción y preocupación por las masacres de 5 jóvenes en Cali y de 8 jóvenes en Samaniego (Nariño), asesinados brutalmente los pasados 11 y 15 de agosto. Oramos a Dios por las víctimas y expresamos nuestra cercanía y solidaridad a sus familias, a los habitantes de las ciudades donde sucedieron estos crímenes y a las comunidades eclesiales de la Arquidiócesis de Cali y de la Diócesis de Ipiales.
Estos hechos se suman a las amenazas a personas y a comunidades, a los asesinatos de líderes sociales y de excombatientes de las FARC-EP, y a los enfrentamientos armados por el control de las rutas del narcotráfico que se ha verificado recientemente en otros departamentos del país, como Norte de Santander, Chocó, y Cauca.
Frente a estos acontecimientos, que han sido denunciados por los obispos y sacerdotes de las Iglesias particulares afectadas, así como por organizaciones nacionales e internacionales, los obispos católicos:
- Proclamamos que la vida humana es sagrada e inviolable, que ella constituye
el primero y fundamental de los derechos, y que, por tanto, todo asesinato es
un crimen gravísimo, no sólo contra las personas sino también contra la
sociedad. - Hacemos presentes el sufrimiento, la miseria, la falta de oportunidades y la
violación de sus derechos fundamentales a las que están sometidas las
poblaciones más afectadas por el recrudecimiento de la violencia. Se trata de
hermanos nuestros que no podemos olvidar y hacia los que debemos dirigir
nuestra solidaridad. - Rechazamos categóricamente todas las acciones y formas de violencia,
cualquiera que sea su origen.
4. Hacemos una vez más eco al llamado del Papa Francisco, exhortando a los
grupos armados ilegales y a las bandas delincuenciales al cese definitivo de
sus acciones violentas y de las confrontaciones, que agravan la crisis
humanitaria que se vive en el país por cuenta de la pandemia.
- Convocamos una vez más a todo el pueblo colombiano a empeñarse, con
unidad y con valentía, en la defensa de la vida, en la tarea de la reconciliación
y la paz, y en la construcción de un proyecto común de país. - Animamos al Gobierno Nacional a concentrar aún más esfuerzos para
asegurar la protección efectiva y la atención integral a las comunidades que
padecen con mayor rigor las consecuencias de la violencia, así como a seguir
avanzando en la implementación de los Acuerdos de Paz. - Invitamos a la comunidad católica a intensificar la oración para que Dios
conceda a nuestro país el don inestimable de la paz y para que todos seamos
artesanos de reconciliación”.