En 1994 se estrenó El Rey León, dirigida por Rob Minkoff y Roger Allers, que marcaría un hito para el cine y para muchos que se iniciaron desde pequeños en la gran pantalla, yo uno de ellos.
Esta cinta animada fue precursora de la animación y el movimiento de los animales en pantalla, caracterizados en los dibujos que llevaron a convertirse en un clásico del cine por estar llena de tensiones y recrear una historia muy bien contada y lo suficientemente dramática para traumatizar y entretener a generaciones.
Luego de 30 años, esta marca, contagiada del mal de secuelas, precuelas y spin-offs propios de esta generación, que no buscan calidad narrativa, sino un impacto visual en su público que creció con el eco de hakuna matata y con la tristeza de ver a Mufasa morir.
Ahora, y luego que la animación sigue evolucionando, llega a las salas de cine Mufasa, una precuela de la historia original que cuenta desde la perspectiva de Rafiki, la leyenda de Mufasa desde cachorro, a Kiara, hija de Simba y Nala, con Timón y Pumba aportando su estilo característico, pero inútil en la narrativa.
La historia se cuenta en flashbacks y presenta a Mufasa como un cachorro huérfano y perdido, hasta que conoce a un simpático león llamado Taka, heredero de un linaje real. Este encuentro casual pone en marcha un viaje de un extraordinario grupo de inadaptados que buscan su destino, cuyos vínculos se pondrán a prueba mientras trabajan juntos para escapar de un enemigo amenazador y letal.
Es innegable lo espectacular de la animación cuando imita al detalle la naturaleza: su movimiento, su fauna, los gestos de sus personajes principales de cada león y leona, pero ¿En dónde queda el impacto de una historia que cautivó a millones en 1994?
Mufasa cuenta una historia que no arriesga nada, como sí lo hizo su antecesora. En mi opinión la película se centra demasiado en una historia para todo el público y la convierte en una aventura familiar, no en una historia origen que tendría que delinear la grandeza de un valeroso personaje como Mufasa.
Personajes como Timón y Pumba apenas son utilizados para traer recuerdos y canciones que impulsen una trama débil que entretenga a quienes llevaron a los más chicos a la sala de cine, intentando sustentar con algo de humor una película que, en su doblaje al español, no tiene ninguna canción memorable ni se queda rondando con ritmo en la cabeza de quien la ve, aunque hay cosas memorables como la aparición de Zazú.
Mufasa parece ser otro producto de Disney que cree encontrar la fórmula de vender asientos, pero no de entregar recuerdos en canciones que se quedan cuando se va de camino al colegio, o cuando alguien la tararea luego de un día no tan bueno de trabajo y esfuerzo.
Hay películas memorables que encuentran un lugar especial en la memoria de quienes las vieron, y durante mucho tiempo, La casa del ratón era sinónimo de esto, pero al parecer, eso por ahora terminó, ya que no hay historias que sean referentes de una generación, que solo quieren hacer parte de un momento que se olvida fácilmente, Juzguen ustedes.
