Hay circunstancias en el cine que le dan señas al espectador para que tome una decisión sobre una película, y el nombre de Operación zombie: resurrección, en este caso, no está del todo bien.
Esta película de horror, dirigida por el renombrado cineasta tailandés Kongkiat Khomsiri, toca temas profundos como lo devastadora y deshumanizada de la guerra, que por pasajes se mimetiza con el horror de algo sobrenatural.
Vale la pena aclarar que Operación zombie: resurrección, no es propiamente una película de zombies, ya que no cumple con una de las premisas de estos seres, según la cual pueden ser eliminados cuando se destruye su cerebro, pero con estos, asesinados y resucitados en un experimento militar en medio de un conflicto militar entre dos naciones, este principio no aplica.
Khomsiri utiliza el punto de vista de estos jóvenes soldados que todavía están descubriendo quienes son en medio de las particularidades de su edad, de la unión familiar y de su comunidad para mostrar mensajes de cómo la guerra no solo acaba con sus combatientes, sino que carcome a la humanidad, sus estándares morales y el desmedido deseo de destruir al otro.
Operación zombie: resurrección no solo se queda en una historia de muertos vivientes, y es allí cuando se torna interesante, con puntos de giro impactantes que sorprenden porque rompen con todo lo que se espera, con detalles sobre temas como la espiritualidad de ese lado del mundo y cómo el ser humano puede trascender frente a la atrocidad.
Con una buena manufactura audiovisual, la película a veces se siente como de clase B, por sus efectos especiales y su alto contenido gore, que afortunadamente no difumina demasiado sus ideas centrales y la manera en que estos seres trascienden desde sus impulsos asesinos, dejando espacio a sus choques morales y humanos, sacando definitivamente a estos personajes del estándar zombie.
Una película que me sorprendió, cuyo título, definitivamente no tiene nada que ver con su contenido. Juzguen ustedes.
