Este año nuevamente llega otra película que hace parte de una franquicia, un reboot de un tiempo dentro de otros multiversos, o en este caso, sobre una precuela. Esta cinta cuenta la historia de un personaje importante para la saga de Los juegos del hambre, la cual inició su camino en las salas de cine del mundo en 2012 de la mano del director estadounidense Gary Ross.
Para los no conocedores de la saga, esta película revela la transformación del villano en las anteriores 4 películas, llamado Coriolanus Snow. El futuro presidente de Panem deja al descubierto sus miedos y sus mayores motivaciones. El enconado enemigo de Katniss en un futuro, es solo un estudiante que se permite simular una gran vida a partir de becas y pertenece a una familia de ricos que fueron a la ruina.
Contar la historia sobre los orígenes de un villano es algo riesgoso, ya que parece enfocada solo hacia los seguidores de la saga, pero no. Este proceso de cómo se deshumaniza a sí mismo el personaje, es interesante y nutre a las anteriores películas. El actor británico Tom Blyth interpreta a un Snow que se construye con las circunstancias y hace recordar al espectador el gran personaje que interpreta Donald Sutherland en las cintas originales.
La película se separa acertadamente en tres actos, al igual que en el libro Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes, escrito por Suzane Collins una década después de escribir Sinsajo.
Si bien la película no tiene la espectacularidad de sus predecesoras, la historia está enfocada en un público más adulto, pues la historia es un drama que se convierte en thriller y gradualmente se toma su tiempo para ir cerrando brechas narrativas que continúen justificando su fin. Es de destacar el papel de Tom Blyth como Snow, joven y lleno de necesidades que se convierten en ambición, que desarrolla un buen personaje y que impulsa la historia con su interpretación.
Personalmente, es uno de los pocos actores en la cinta que brilla por su trabajo, y me hace pensar que el director austriaco Francis Lawrence falló en su dirección de actores, no logrando que le imprimieran lo necesario. Es el caso de Rachel Zegler, que nunca se apropió del personaje y que canta en exceso, con una interpretación genérica que no termina por convencer, además de muy parecida a su aparición en West Side Story (2021).
La única de nivel maravilloso, como siempre, es la espectacular Viola Davis (Dra. Volumnia Gaul), que desafortunadamente aparece muy poco, pero con lo necesario para sostener la historia y sus puntos de giro claves.
Balada de pájaros cantores y serpientes es una película que cuida la estética visual que dejaron las películas desde los libros, con una vestuario que destaca y que, gracias a su gran éxito y sus millones de seguidores, puede lograr nuevas audiencias con lo que ofrece, sin tener acción desmedida como las otras y con una violencia medida, muy consciente de su contexto y su tiempo dentro del universo de Los juegos del hambre.
Una película de casi dos horas y cuarenta minutos de duración que no aburre y que logra lo que se propone sin mayores sobresaltos, que cae abruptamente en el tercer acto, lo que sucede como consecuencia de ser fiel al libro y en mi opinión, de tomar pocos riesgos a la hora de adaptar la obra literaria, pero que al final logra una película que puede seguirle sumando entregas a una de las franquicias más exitosas en la historia del cine, con seguidores alrededor del mundo.
Si busca un drama en el género del cine fantástico y lleno de intriga, está es su película. Si usted vio todas las entregas anteriores y es fan, es imperdible. Juzguen ustedes.
