Por: Danniela Rodríguez
Este julio Ecopetrol confirmó la adquisición del proyecto eólico Windpeshi, ubicado en el norte del departamento de La Guajira, una región con alto potencial para las energías renovables.
Con esta compra, la petrolera nacional busca avanzar en su proceso de descarbonización y garantizar parte del suministro eléctrico que demanda su operación.
Aunque la transacción representa un avance significativo, no está exenta de dificultades. El proyecto que venía siendo desarrollado por Enel Colombia, está paralizado desde hace más de un año debido a conflictos con comunidades indígenas, desafíos logísticos y trámites regulatorios sin resolver. Ahora el reto para Ecopetrol será reactivarlo en un contexto complejo, tanto social como ambiental.
La empresa estatal adquirió el 100 % de las acciones de Wind Autogeneración S.A.S., firma que tiene el proyecto Windpeshi, adquisición que se concretó a través de la suscripción de un contrato de compraventa de acciones que tuvo previa aprobación de su Junta Directiva en sesión de diciembre de 2024, según informó Ecopetrol en su comunicado oficial.
Windpeshi fue concebido como uno de los proyectos eólicos más ambiciosos del país, con una capacidad instalada proyectada de 205 megavatios (MW), esto equivale a la generación de más de 1.000 gigavatios hora (GWh) anuales, lo que podría cubrir hasta el 9 % de la energía total que necesita Ecopetrol para operar.

Además, se estima que su entrada en funcionamiento permitiría evitar la emisión de aproximadamente 4,8 millones de toneladas de dióxido de carbono a lo largo de su vida útil, un impacto positivo en el camino hacia una producción energética más limpia y sostenible.
La Guajira se ha convertido en el foco de interés para la expansión de las energías renovables en Colombia. Sus condiciones climáticas, vientos constantes y fuertes, la hacen ideal para la instalación de parques eólicos.
Sin embargo, el territorio también presenta una serie de complejidades relacionadas con la presencia de comunidades indígenas, particularmente del pueblo Wayúu, cuyas demandas históricas de consulta previa, compensaciones y participación efectiva no han sido completamente atendidas por varios proyectos energéticos.
Windpeshi no ha sido la excepción, pues Enel, empresa que impulsó inicialmente la construcción, enfrentó múltiples bloqueos y conflictos sociales que llevaron a la suspensión indefinida de las obras en 2023. Aunque contaba con licencias ambientales, la falta de acuerdos sólidos con los territorios ancestrales y las tensiones acumuladas por años de marginalización, complicaron la ejecución.
Ecopetrol, al tomar el control, asume el proyecto técnico, y el desafío social y comunitario que una empresa de esta magnitud supone.
Los principales retos para reactivar Windpeshi están en la confianza y diálogo con comunidades indígenas, y en reconstruir la relación con las comunidades Wayúu de la zona, puesto que los líderes locales han expresado su inconformidad por no haber sido incluidos de forma adecuada en los procesos de concertación del proyecto, lo cual derivó en bloqueos, protestas y exigencias de una consulta previa con mayores garantías.

Ecopetrol ha manifestado que abrirá nuevos espacios de diálogo intercultural, que instalará una mesa permanente de seguimiento con la participación del Ministerio de Minas y Energía y que fortalecerá los canales de comunicación para alcanzar acuerdos que reconozcan los derechos colectivos de los pueblos indígenas.
Otro reto es la viabilidad técnica y financiera. Aunque el proyecto ya cuenta con buena parte de su infraestructura diseñada, aún queda mucho por hacer. Ecopetrol proyecta una inversión de aproximadamente 350 millones de dólares adicionales entre 2025 y 2027 para completar la construcción, instalación de turbinas, subestaciones, redes eléctricas y líneas de transmisión.
Además, se planea construir una línea de transmisión de 37 kilómetros, en colaboración con ISA Intercolombia, para conectar Windpeshi con el Sistema Interconectado Nacional. Este tipo de obras requiere de precisión técnica, cumplimiento normativo y coordinación institucional.

Los permisos regulatorios pendientes son otro desafío que se enfrenta, la compra aún está sujeta a aprobaciones de entidades como la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) y a validaciones por parte de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), además, el proyecto arrastra un proceso sancionatorio heredado de la gestión anterior, relacionado con presuntas irregularidades en la ejecución ambiental.
La compañía espera reanudar las obras en el último trimestre de 2025 y poner en operación el parque eólico a comienzos de 2028, sin embargo, los retrasos acumulados y el entorno desafiante podrían presionar esos plazos.
Con esta compra, Ecopetrol amplía su apuesta por las energías limpias, actualmente, la empresa ya genera más del 60 % de su energía para autoconsumo mediante plantas solares, térmicas e hídricas, la incorporación de un parque eólico fortalece esa diversificación y le permite depender menos de fuentes externas y de combustibles fósiles.