En la primera película de El contador, estrenada en 2016, Christian Wolff (Ben Affleck) tiene desde niño un leve autismo que lo hace meticuloso con el orden y poco comunicativo, al tiempo que resulta un genio de las matemáticas. Bajo estos parámetros el guionista Bill Dubuque construye el personaje que, al crecer, es un hombre tranquilo, obsesivo y con más afinidad con los números que con las personas.

Wolff, sin embargo, lleva una doble vida como contable local con una pequeña oficina, como contable freelance de algunas de las organizaciones criminales más peligrosas del mundo y como un letal asesino.
En El contador 2, el punto de partida de la historia es el asesinato de Raymont King (J. K. Simmons), y cómo deja pistas para que los personajes de la primera entrega entrelacen sus historias, ya que Wolff se ve obligado a resolver el caso.

Al darse cuenta de que son necesarias medidas más extremas, recluta a su hermano Brax (Jon Bernthal), distanciado y muy letal, para que le ayude. En colaboración con Marybeth Medina (Cynthia Addai-Robinson), subdirectora del Tesoro de Estados Unidos, descubren una conspiración mortal y se convierten en objetivo de una despiadada red de asesinos que no se detendrán para mantener sus secretos enterrados.
A la historia se suma Anais (Daniella Pineda) que le da un aire de suspenso a la película, que termina convertida en un thriller con acción y una buena dosis de comedia, que no desentona y que puede ser bastante entretenida, gracias a la química de Affleck y Bernthal que sostiene la historia y el ritmo de la cinta durante las dos horas y cinco minutos de duración, que intenta ser intrincada para captar la atención y volverse interesante.

Si bien, El contador 2 le propone rompecabezas al espectador todo el tiempo con detalles que exigen atención, deja huecos en el guion, que afortunadamente no maltratan la trama, que además lanza críticas valiosas hacia la sociedad estadounidense y su cultura, como el hecho que los villanos se plantean como latinos, puntualmente centroamericanos, aunque terminan siendo los mismos estadounidenses las cabecillas de asesinatos, tráfico de personas y explotación sexual entre otras atrocidades.

Puede que El contador 2 tenga un tono de película de acción de los 90 por momentos, pero los temas serios que aborda como la migración y cómo los carteles se aprovechan de las personas que transitan por esos corredores mortales para entrar a los Estados Unidos, más las escenas de violencia, no la hacen una película familiar, que personalmente aplaudo, ya que la cinta no se pierde en su intención de tener mayor audiencia, que por lo menos se arriesga a mantener su intención todo el tiempo.

El contador 2 no es una película que quiera romper esquemas ni marcar un antes y un después en el cine de este tipo, pero logra ser entretenida, además de ser mejor que su primera entrega. En ocasiones le sobra metraje, pero se sabe recomponer gracias al carisma de la pareja protagonista, como también es claro que Ben Affleck no es el mejor actor de la industria (y él lo sabe), pero sin duda es un muy buen director. Juzguen ustedes.