El tema de la defensa de la naturaleza, como medio de sustentación de la vida y del planeta mismo, se enfrenta de muchas maneras a las teorías y prácticas de lo que conocemos como desarrollo.
Se habla de desarrollo sostenible, pero que tan cierto es esto ante la necesidad de proteger una riqueza mayor que es el agua, la vegetación que la favorece y un ecosistema tan particular y tan frágil como es el páramo.
Las razones del desarrollo esgriman que son recursos para ser explotados, monetizados y quizás, si se dan las circunstancias políticas, invertir en infraestructura y algunos servicios a la población que rodea los yacimientos de minerales a explotar.
La historia y los hechos demuestra que esas riquezas se escapan en beneficio de las multinacionales, que el deterioro ambiental nadie lo asume y que son mayores las pérdidas que las ganancias a largo plazo en perjuicio de todos los habitantes de las regiones de explotaciones mineras.
Si bien es cierto se han mejorado los sistemas de la ingeniería minera, lo cierto es que los daños ambientales siempre serán mayores a las buenas intenciones de regenerar el ecosistema intervenido.
Ante esta realidades, los ciudadanos interesados en mantener los ecosistemas en el natural funcionamiento se han unido para plantear su mirada ante la realidad de una explotación minera que no solo afecta el presente, fundamentalmente el futuro y un recurso cada vez más escaso: el agua potable. Un mundo que se debate ante la realidad aplastante del cambio climático, no puede ser indiferente a la pérdida de recursos ante la voracidad de las mineras internacionales y a dudosas políticas del desarrollo que se aproximan más a las del siglo pasado y no a las del presente que es bien distinto.
En “El Último Café” conversamos con el abogado y ambientalista Hernán Morantes, desde la ciudad de Bucaramanga, sobre las propuestas de explotación del páramo de Santurban, la afectación a los ríos que nacen allí y en general de la destrucción a la que se vería sometido el ecosistema.