Los habitantes de la Colina Campestre, al norte de Bogotá, despertaron este 17 de julio a la una de la mañana con el sonido atronador de las bandas marciales que ensayaban el desfile que ofrecerán este 20 de julio por la Avenida Boyacá.
De inmediato, con paraguas, abrigos, bufandas salieron a la gélida calle para ver a cientos de soldados que golpeaban sus tambores y alistaban sus uniformes. Pitos por acá y por allá. Al rato, aparecieron los vendedores de tinto, cafecito con leche, milo o aromáticas. También estuvieron presurosos los expendedores de banderas. Eso tiene Bogotá, una ciudad donde se vive para trabajar.
Para los soldados marchar por la Avenida Boyacá y hacer honores al presidente de la república frente al Centro Comercial Colina será inolvidable, pero más para los vecinos que tendrán un curioso e inesperado espectáculo.
Algunos vecinos protestaron por no conciliar el sueño, pero otros estaban felices con los ensayos. Hasta los periodistas acudieron al lugar para entrevistar a los soldados, oficiales y al público en general.
La avenida Boyacá, por lo general, es invadida los domingos y días festivos por una inmensa ciclovía de más de 15 kilómetros, con expendedores de jugos de naranja, trozos de frutas y mecánicos de bicicletas. Antes los caminantes salían con simples sudaderas o pantalonetas sencillas. Hoy, son desfiles con trajes acrílicos, protectores solares y cremas para evitar el bochorno bogotano, lleno de picante sol y brisa persistente propicia para la gripa.
La Colina Campestre –que no es colina ni es campestre—es uno de los barrios con mayor tranquilidad en la Localidad de Suba, con una escuela de Carabineros –donde estuvo detenida la presidente del Partido de la U, Dilian Francisco Toro y aprendió a perfeccionar sus golpes de golf—y donde habitan algunos personajes como el exgeneral Miguel Maza Márquez que paga condena por el magnicidio de Luis Carlos Galán.
Se ubica también allí la Escuela Superior de Policía, el Colegio de Coroneles de la Policía y el club de Oficiales de la Policía. Cerca de allí está también el Club de Suboficiales del Ejército.
Desde las 7 de la mañana de este 20 de Julio miles de soldados, camionetas, aviones supersónicos, helicópteros cruzarán por el sector en una fiesta militar donde los uniformes con botones brillados y zapatos relucientes serán la nota predominante del desfile. Hacia las 10 de la mañana comenzarán a cruzar frente al estrado donde estará el presidente de la república, algunos congresistas, los ministros del despacho y los altos mandos militares.
En los andenes estarán miles de padres de familia de los soldados y tratarán con sus celulares de tomar la foto del recuerdo. De un lado a otro estarán los expendedores de banderines, bebidas dulces, helados o toda suerte de cachivaches chinos.
A quince kilómetros, en el Centro de Bogotá, en la Catedral Primada, a las 10 de la mañana, el arzobispo de Bogotá, monseñor Luis José Rueda hará una oración por la Paz, acompañado de los fieles católicos que le acompañarán en la Eucaristía.
A pocos metros en la Casa del Florero, algunos visitantes recordarán aquellos inolvidables hechos del 20 de julio de 1810 y que originara el famoso “Grito de la Independencia”.
Al frente del Museo, un par de adultos mayores bailarán salsa, merengue, porros, tangos o boleros con tal de llevar a la casa algunas monedas y uno que otro billete de mil o máximo dos mil pesos.
Metros arriba, en la histórica Puerta Falsa, algunos comensales pedirán el tradicional aguapanela, caldo de costilla o el tamal con chocolate.
Por allí también podrán pasar por los Museos del Cobre, de la Policía o del Oro. Si tienen posibilidades económicas visitarán cualquiera de los 500 almacenes de joyas y esmeraldas que hay en el sector.
Este 20 de Julio verán pasar por allí a encopetados ejecutivos, parlamentarios y lagartos para la sede del Congreso de la República donde hablarán en la tarde con promesas para los colombianos y que nunca cumplirán.
Bogotá ofrece cientos de espectáculos que van desde los callejeros hasta obras de teatro en los barrios. El comercio jamás se detiene y en el sector de San Victorino innumerables productos se comercializan para el país.
Puede ser 20 de Julio, una fecha histórica, pero se venderán miles de tamales, millares de buñuelos, arepas de huevo, sancochos, caldos, ajiacos y empanadas de todos los surtidos.
Con la llegada de cientos de venezolanos, las arepas rellenas se han convertido en un nuevo plato para los capitalinos.
Bogotá tiene varios tipos de habitantes. Están los llamados cachacos –los tradicionales que utilizan camisa, chaleco y corbata–, los rolos –por lo general los hijos de los raizales–, los que nacieron en otras regiones, pero viven en la ciudad desde hace más de 40 años y los hijos de estos que son en realidad los capitalinos.
En Bogotá vive un millón de costeños, otro millón de antioqueños, unos 800 mil vallecaucanos, otro tanto de boyacenses y santandereanos y así en proporción de distintos departamentos del país y de otras latitudes como Venezuela, Ecuador, Perú y hasta Norteamérica.
El Sistema de Transmilenio moviliza a diario más de 2 millones de personas y en este festivo tendrá sus horarios normales.
En el 20 de Julio, barrio tradicional en el sur de Bogotá, está la Iglesia del Divino Niño donde un domingo puede celebrar hasta 5 misas al mismo tiempo. Es el epicentro que moviliza a millares de fieles que llegan ante la imagen con el fin de solicitar cientos de pedidos materiales y espirituales. La Madre Angélica, fundadora de EWTN, al ver la fe de las personas, construyó en Birmingham, Alabama, una réplica de la Iglesia.
Bogotá es una ciudad con millones de historias y este 20 de Julio será memorable por el incierto camino que tomará el gobierno.