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Fondo Monetario Internacional cuestiona la estrategia arancelaria de Trump

Los últimos movimientos arancelarios de Estados Unidos han generado tensión en el comercio internacional. Ahora, el Fondo Monetario Internacional (FMI) pone cifras y argumentos sobre la mesa para demostrar que el remedio podría estar agravando la enfermedad.

Por: Danniela Rodríguez

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Una vez más, el Fondo Monetario Internacional ha hecho sonar la alarma. En su más reciente informe sobre la economía global, publicado esta semana, el organismo multilateral fue tajante: los aranceles no están funcionando como solución a los desequilibrios económicos entre países, y aunque el mensaje no es nuevo, cobra una relevancia especial porque apunta directamente a las políticas comerciales del presidente Donald Trump, que ha convertido la defensa de los productos y empleos estadounidenses frente a la competencia extranjera en uno de los ejes centrales en su regreso al poder.

Trump insiste en que los aranceles, impuestos a productos importados, ayudan a proteger la industria local, reducir el déficit comercial de Estados Unidos y hacer más justa la competencia. Sin embargo, los datos del FMI apuntan en la dirección contraria. Según su análisis, los desequilibrios entre los países no solo persisten, sino que están creciendo y lo peor, los aranceles están teniendo un impacto mínimo, cuando no negativo, en los balances económicos globales.

Para entender el fondo del asunto hay que mirar las cifras. En 2024, el déficit por cuenta corriente de Estados Unidos, es decir, la diferencia entre lo que el país gasta e importa frente a lo que exporta, fue de más de 1,1 billones de dólares, un aumento considerable frente al año anterior. Mientras tanto países como China, Alemania o Japón continúan acumulando superávits, es decir, siguen vendiendo mucho más de lo que compran.

La lógica del gobierno de Trump ha sido clara, si le subimos los aranceles a los productos extranjeros, incentivamos la producción nacional, reducimos las importaciones y equilibramos las cuentas, pero el FMI lo ve de otra manera. En palabras sencillas, los aranceles están encareciendo los productos, creando incertidumbre, frenando la inversión y reduciendo el ahorro interno, todo eso, en conjunto, no ayuda a resolver el problema, sino que lo agrava.

Lejos de abogar por una apertura comercial total sin reglas, algo que tampoco funciona, el FMI propone medidas más profundas y sostenidas. En el caso de Estados Unidos, la receta pasa por una consolidación fiscal, reducir el gasto público, aumentar los ingresos del Estado y buscar un equilibrio interno que permita disminuir la deuda.

Esto quiere decir que si el país gasta menos de lo que produce, no necesita importar tanto ni endeudarse con el mundo, de esa forma se reduce el déficit externo, no con castigos a otros países.

En cuanto a China, el fondo sugiere un giro hacia el consumo interno, es decir, que el crecimiento del gigante asiático dependa menos de exportaciones y más de su propio mercado. Europa por su parte, debería dejar de ahorrar tanto y empezar a invertir más, sobre todo en infraestructuras y tecnologías que generen empleo y reduzcan las desigualdades dentro del continente.

El problema de los aranceles, según el FMI, no es solo económico, sino también político. Cada vez que un país impone un arancel, abre la puerta para que el otro haga lo mismo y el resultado es una escalada de medidas y contramedidas que generan inestabilidad y desconfianza en los mercados.

Durante el primer mandato de Trump, la guerra comercial con China provocó caídas en la bolsa, frenó la inversión empresarial y redujo el crecimiento global. Ahora, en este nuevo capítulo, se corre el riesgo de repetir la historia.

Un estudio reciente de la Universidad de Yale advierte que las nuevas tarifas podrían destruir hasta 641.000 empleos en Estados Unidos, aumentar el desempleo y costarle a cada familia más de 2.300 dólares al año en pérdida de poder adquisitivo.

Aunque las decisiones de Trump tienen como objetivo directo proteger a Estados Unidos, sus consecuencias se sienten en muchas partes del mundo. En Europa, por ejemplo, ya se preparan para una nueva ronda de aranceles estadounidenses sobre autos, maquinaria y alimentos. La Unión Europea ha advertido que responderá con la misma moneda, lo que podría escalar el conflicto y afectar a millones de trabajadores en ambos lados del Atlántico.

En Asia, países como Japón han optado por negociar. A comienzos de julio, se anunció un acuerdo comercial entre Tokio y Washington que reduce ciertos aranceles y abre la puerta a nuevas inversiones. Pero estas negociaciones no cambian el diagnóstico general del FMI, los aranceles son un parche político con alto costo económico, no una solución estructural.

El comercio, dice el informe, no es un juego de suma cero donde uno gana y el otro pierde, al contrario, cuando se gestiona con reglas claras y con responsabilidad y buena gestión económica, puede ser una fuente de crecimiento para todos.

| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: jorge.perez@uniminuto.edu

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