“No gastaremos un centavo que no se debería gastar y nos esforzaremos por garantizar el dinero que se supone que se debe gastar”, dijo el primer ministro Li Keqiang en la apertura de la cita parlamentaria donde además aseguro que el gobierno reducirá miles de millones de dólares en impuestos, aumentará la inversión en infraestructuras e incrementará los préstamos a pequeñas empresas como parte de los estímulos para reforzar su economía.
Sin embargo, una política fiscal proactiva no significa que China abrirá las compuertas a los estímulos, reiterando las promesas de prudencia hechas por el gobierno.
Los inversores globales están observando de cerca la fuerza con que Pekín apoyará a la economía después de que el crecimiento en 2018 se desaceleró a un mínimo en casi 30 años. El mercado está especialmente atento a cómo los responsables de la formulación de las políticas equilibrarán la necesidad de un crecimiento frente a la amenaza de un nuevo estallido de los riesgos financieros y la deuda.
Liu reconoció también que los recortes impositivos podrían ejercer cierta presión sobre las finanzas de los gobiernos locales, pero prometió que se transferirán más fondos del gobierno central a las localidades. “Teniendo en cuenta la presión a la baja sobre la economía y la futura política de mayores recortes de impuestos y tasas, algunas regiones aún enfrentarán una presión presupuestaria relativamente grande este año”.