Por: Daniel Rojas Chía
Edgar Wright tiene un pasado en el cine de terror como la cinta ‘Hot Fuzz’ (2007) y las muy reconocidas Shaun of the Dead (2004) y ‘Land of the Dead (2005) y ahora nos transporta con su última cinta Last night in Soho a los años 60’s dentro de una convulsionada Londres.
Dentro de este viaje entre el tiempo y las diferentes realidades nos encontramos con Sandy, interpretada por Anya Taylor-Joy (‘Gambito de Dama’) y una actriz que sigue sorprendiendo como lo es Thomasin McKenzie (‘Jojo Rabbit’) interpretando a Eloise, una joven con percepciones poco comunes.
La cinta transita entre el terror psicológico y el thriller ambientada en un sector de Londres llamado Soho, con casi una primera media hora pausada y con pocas sorpresas, solo perfilando a personajes secundarios como Jocasta (Synnøve Karlsen) y Lara (Jessica Mei Li), esta última reconocida por su papel en la serie ‘Shadow and bone’.
Desde una sala de cine afortunadamente llena y con todas las medidas de bioseguridad en la Cinemateca Distrital, la película nos cuenta la historia de Eloise, una aspirante a diseñadora de moda que viaja misteriosamente al Londres de la década de los 60’s. Ahí se encuentra con su nuevo ídolo, Sandie, una cantante glamourosa y de una belleza clásica. Sin embargo, esa atractiva vida reflejada en esa década no es lo que parece, pues las ilusiones se agrietan y abren paso a lúgubres consecuencias.
En este inicio de la cinta y en la presentación de los personajes que sugieren su trascendencia en la historia, se prepara al espectador para una secuencia que impresiona, tanto en composición de la imagen como en el nuevo carácter en la narrativa de la película, dejando que nos adentremos de a poco en el personaje de Sandy, además de permitir presenciar sus anhelos y sus consecuencias.
El montaje de ‘Last night in Soho’ impacta por su ambientación, logrando un clima apropiado para, en un principio, mostrarse como una historia llena de glamour y algo de romance, y luego embarcarse en un rompecabezas que logra llamar la atención y le da impulso a la historia.
Cabe resaltar que las transiciones al iniciar la trama de la película son versátiles, dinámicas y ayudan a resaltar, sin duda a sus dos actrices principales, las cuales se compenetran la una a la otra en ese juego atemporal entre el presente y el pasado.
Mientras la dirección de arte de la cinta potencializa la historia, diferentes personajes que llegan en ciertos momentos para confundir al espectador, ayudan a construir los puntos de giro entre pistas y datos sueltos en una hora y cincuenta y ocho minutos de duración, logrando captar una atención suficiente para cuando llegue el siguiente punto de giro.
Es importante considerar cómo se representa la intermediación de Sandy en Eloise y el buen recurso utilizado entre su reflejo y su interpretación, delineando una realidad que no es suya pero que añora en cada momento hasta que se encuentra con una sorpresa no tan agradable.
También es importante la iluminación de la cinta porque crea las sensaciones necesarias para hacer crecer la tensión y seguir argumentando con la imagen y la redirección de la historia. Así como hay muchos espacios que ayudan a relacionar el presente y el pasado, la música se convierte en un factor importante para enlazar esas transiciones y, finalmente, darle más pistas al espectador sobre cómo se va a desarrollar la historia.
Sin querer hablar tanto del contenido de la cinta como tal, ya que hay detalles puntuales que revelarían su trama, ‘Last night in Soho’ nos lleva a un viaje al pasado, con buenas actuaciones y agradables sorpresas que permiten pasar un buen rato al lado de la pantalla grande y en el marco del Bogotá International Film Festival -BIFF.