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Los reyes del mundo: La belleza escondida de una sociedad violenta

Por: Daniel Rojas Chía

Muchas son las sorpresas que el cine colombiano ha tenido para ofrecer este año, como innegables son las buenas propuestas que han salido a la luz en las grandes pantallas del mundo.

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Lamentablemente el cine colombiano sufre de un estigma relacionado con su temática, que ha perjudicado por años a la audiencia local, que no le ha permitido brillar en el mercado doméstico. Pero hay algo más que esperanza en las formas de releer el cine colombiano. 

Afortunadamente la directora colombiana de cine Laura Mora, ganadora de la Concha Dorada en el Festival de Cine de San Sebastián, entrega una película que sigue impulsando un proceso de cambio en el cine colombiano, que se inició con su anterior largometraje, Matar a Jesús, que se suma a su notable trayectoria en series como Pablo Escobar el patrón del mal (2012), Frontera verde (2019) y El robo del siglo (2020).

Los reyes del mundo está protagonizada por actores naturales, que fueron seleccionados luego de un arduo proceso. Los responsables en buena medida del éxito de la película son los actores Carlos Andrés Castañeda, Davison Flórez, Brahian Acevedo, Cristian Campaña y Cristian David Duque.

La película propone profundas reflexiones en una road movie con personajes como Rá, Culebro, Sere, Winny y Nano, cinco chicos de las calles de Medellín, cinco adolescentes sin nada que perder, sin ley, sin familia, que emprenden un viaje en búsqueda de la inspiración natural del hombre como es la tierra.

Una historia que se desarrolla a través de un clan salvaje y entrañable, que se forja en la amistad y que transita entre la realidad y el delirio. Los actores le imprimen a la historia una particular sensación de desasosiego que construye una interesante tensión, que proviene de la realidad de los chicos en su vida cotidiana. La historia atraviesa continuos descubrimientos que reflejan un país resquebrajado y un afán de esperanza conmovedor, y en ocasiones simbólico. 

Laura Mora logra condensar referencias puntuales de la realidad colombiana en secuencias que reflejan contradicción, que suponen encontrar cariño y compasión en los lugares menos pensados. Uno de estos espacios es cuando los viajeros arriban a un burdel rural, lleno de mujeres mayores que reciben a los chicos.

La riqueza simbólica de la película propone muchos mensajes que se condensan en infinidad de tristezas arraigadas de la guerra en Colombia, comenzando porque todas estas mujeres son adultas mayores, en tanto que las mujeres jóvenes de manera horrenda ya están siendo víctimas de la violencia, y su mera ausencia dice muchas cosas.

Por su parte estos cinco chicos no tienen intercambios sexuales con las señoras, que, de seguro son madres a quienes les arrebataron a sus hijos.

En un momento la película presenta un contradictorio y maternal baile dentro del burdel, pues mientras estas mujeres recuerdan con nostalgia los avatares de ser madres, los muchachos reciben a cambio un cariño maternal que posiblemente nunca habían tenido. 

Los reyes del mundo entrega una ensoñación desde la realidad violenta que está sobre los hombros de un Estado corrupto, que a su vez deriva en una descomposición social colectiva, marcada por un sistema de pensamiento ligado a la violencia como parte de sí misma. 

Los planos que revelan aspectos sobre la personalidad de cada personaje desde un lenguaje poético, embellecen cada paso de los viajeros, por oscuro que sea, así como las incesantes reflexiones durante la cinta que la enriquecen narrativa y estéticamente. 

Un viaje hacia la conocida y violenta nada colombiana que desaparece personas, en donde el menos afortunado apenas se convierte en un desconocido en la tierra que por derecho habita. Se trata de una profunda mirada hacia lo que se ha construido durante años con sangre y con violencia, que pone en evidencia el dolor como una forma de vida. 

Un poético viaje por las heridas abiertas de un país que no se ha acostumbrado a sanar, y donde resulta normal vivir sufriendo mientras otros mueren. Una cinta imperdible y clave para entender este nuevo cine colombiano que crece con luz propia alrededor del mundo. 

| Nota del editor *

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