Por: Daniel Felipe Otálvaro Ramírez
Nos llegó la navidad en medio de la pandemia a causa del coronavirus. Pensemos por un momento cómo hubiera sido el nacimiento del niño Jesús en medio de la COVID-19, bueno, por aquel entonces sería la COVID-A.C.
Más o menos así:
María le diría a José: -Aliste todo para que nos vayamos al hospital. Ya viene el niño y él no tarda tanto.
El padre putativo de la criatura salió despavorido rumbo al centro asistencial de Nazareth, al llegar no lo dejaron pasar de la puerta por no tener su tapabocas puesto; se le había olvidado. Volviendo bejuco, le dijo a María: -No me dejaron entrar, mejor camine vamos para Belén que allá nos atienden más rápido.
Ensillaron el burro, no sin antes rosearle alcohol en el lomo y emprendieron el viaje. ¿Quién iba a pensar que en unos años en ese mismo animal Jesús haría su entrada triunfal a Jerusalén o qué un burro sería el líder de un país? Camino a Belén echaron de ver que había toque de queda y ley seca, puesto que no había pastores en el camino y los peces del rio no estaban bebiendo.
En la salida fueron alcanzados por una burro-patrulla, por fortuna ambos eran cedula par, así que podían continuar. Llegó la noche e hizo que José buscara donde pasar el resto de tiempo hasta el amanecer, como buen carpintero condicionó un establo, unió un par de tablas, botó unas manzanas podridas, hizo que el buey estuviera preso unos instantes y que el asno perdiera la presidencia. María se bajó del burro por la derecha, menos mal no le paso nada porque el burro era de izquierda.
Se recostaron a dos metros de distancia uno del otro. A las 3:23 de la mañana se le intensificaron los dolores, justamente estaban dando los Puros Criollos. José salió gritando en repetidas ocasiones: – “Ya viene el niñito”.
Cuando volvió acompañado de unos pastores, el niño Jesús ya había nacido y María lloraba de ternura. Ya la oveja arisca, ya el cordero manso. Ese mismo día llegaron las primeras visitas, la de Gaspar y Melchor, ambos llegaban por el dorado (color que emanaba la estrella de oriente).
Gaspar a José: -Que pena llegar sin Baltazar, pero lo devolvieron en la entrada porque se le venció la PCR (Prueba al Camello de Resistencia).
José contestó: -No hay ningún problema, podemos organizar un Webinar.
Gaspar un poco incrédulo: Tranquilo que todos salimos bien cuando fuimos al urólogo.
José sentencio: No. Mejor por Zoom, como no podemos estar más de 10 personas juntas, aprovechamos y le enviamos el link a los pastores que venían a adorar al niño, ahí también los podemos recibir con cariño.
Melchor organizó la reunión e hizo que apagaron los micrófonos y encendieran las cámaras, María exhibió al niño y el primero en comentar a través del chat fue unos de los pastores: – ¡Tutaina! Después se excusó: -Perdón quise decir: Caretaita. La reunión fue corta y muy alegre.
Ese mismo día José, María y el dulcísimo niño, regresaron a Nazareth, por poco y les toca hacer cuarentena, pero ellos, aunque no traían vacuna, si traían una posible cura a todos los males de la humanidad.
