Por: Robinson David Espejo – Fabían Ayrton Paez
Al pasar por la calle 22 con carrera octava, en pleno centro de Bogotá y en medio de una calle como cualquier otra, se encuentra una doble entrada que llama la atención desde el primer momento; es un restaurante y espacio cultural diferente a los tradicionales, en este lugar, se realizan actividades diferentes cada día con el fin de llamar la atención de la mayor cantidad de personas, ya sean extranjeros o nacionales pueden ingresar y vivir una experiencia gastronómica y social diferente a la que pueden ofrecer otros lugares.
Al ingresar, la arquitectura del lugar es lo primero que llama poderosamente la atención, la estructura antigua si bien no pertenece a las características de la época de la colonial, le da un toque de antaño al lugar. entrando, las bases de guadua en las que está cimentada la estructura, están distribuidas en lugares estratégicos y la cubierta se apoya en múltiples ramificaciones que derivan de las columnas en forma de árbol.
Las mesas y manteles tienen un aspecto sencillo, tanto sillas como mesas son en acero, sin embargo, pese a que algunas demuestran corrosión y abandono, en su mayoría están en buen estado para su uso; las paredes tienen diferentes representaciones simbólicas dejadas allí por artistas urbanos del sector. El barman tiene un espacio grande para realizar su labor separado por la tradicional barra donde se sientan aquellos que únicamente quieren beber o simplemente vienen solos, si bien a simple vista pareciera un restaurante vulgar, los espacios descomplicados y humildes también demuestran la inclusión que quiere generar el lugar con el fin de exaltar las culturas y eliminar los contextos de clase.
El ambiente bohemio que genera el lugar es característica fundamental en su éxito, pues desde sus inicios, el objetivo principal era generar tranquilidad y relajación a los clientes como lo afirma Tony su administrador. El restaurante surgió como una iniciativa de tres amigos, (dos extranjeros y un nacional), quienes en su fascinación por la cultura colombiana y en especial la bogotana, decidieron después de un viaje, iniciar una idea de negocio que les permitiera vincularse con la ciudad; como uno de ellos sabía de gastronomía, alquilaron un local en el centro de la ciudad para innovar con su comida extranjera. Hoy a tan solo unos días de cumplir diez años de fundación, de aquellos cimientos iniciales solo queda el recuerdo, pero las muchas experiencias en este lugar enriquecen la vida tanto de sus propietarios como de los clientes del lugar.
El nombre del lugar, “A seis manos” representa las manos de los tres socios principales que se enrumbaron en la aventura de crear un lugar diferente para el gozo de la ciudadanía, para el menú, Christopher uno de los dueños, un hombre de unos sesenta años con barba canosa y de casi dos metros de estatura, nos cuenta que tiene una variada representación de platos que van desde las comidas más representativas de Francia de donde es originario, hasta platos internacionales del mediterráneo o algunos más típicos de la ciudad como el ajiaco, en este punto, nos aclara que su menú está siempre sujeto a cambios, ya que durante algunas ocasiones se dio cuenta de la poca rentabilidad que le generaban algunas comidas, sin contar con los beneficios que le traería realizar variaciones con cierta frecuencia.
Continuando en la barra con Christopher, se puede evidenciar en su actitud y buen ánimo que disfruta indiscutiblemente lo que hace, según sus propias palabras: lo que se puede percibir aquí es un ambiente de amistad que no queda solo entre empleados y jefes, también a cada uno de los clientes los tratamos como si fueran amigos, eso hace tan especial el restaurante. Además, buscamos que el dinero no excluya a otras personas por clases sociales, por ello, brindamos precios accesibles para todos los ciudadanos en búsqueda de que puedan venir a pasar un momento agradable
El lugar tiene una agenda que incluye la comedia, el teatro, los idiomas, el baile, la música e incluso algunas representaciones urbanas para las cuales prestan sus murales con el fin de dar muestras de interculturalidad entre nacionales y extranjeros, a todo esto se le suma lo que Tony denomina: “el día de especialidades”, donde se toma un país de cualquier parte del mundo para representar sus obras gastronómicas más relevantes, atrayendo así a propios y extraños en una mezcla de culturas que ayuda a romper fronteras entre las personas.
Tomás es un joven bogotano de 20 años que está trabajando desde hace un año como mesero en este bar, conoció el lugar casi desde su inicio hace 9 años al igual que su familia, su madre era amiga de los dueños y además trabajaba allí; con el tiempo se vincularía al negocio colaborando de a poco y después sería parte del personal fijo según lo recuerda. Define al restaurante como “un encuentro de un montón de culturas” por la gran cantidad de visitantes extranjeros que tiene el sitio, en especial turistas mexicanos, estadounidenses, alemanes y franceses, estos últimos son los que más abundan debido a que el restaurante tiene enfoque francés por sus dueños.
Las reseñas que tiene el restaurante en las redes sociales y sitios especializados son muy positivas; en Facebook tiene una puntuación de 4.6 sobre 5.0 y de 4 sobre 5; en Tripadvisor se resalta es la experiencia y el ambiente que tiene el lugar; mientras que en Degusta, sitio web especializado en crítica culinaria le da un 3.5 sobre 5.0 siempre resaltando el ambiente y lo bien que se puede pasar aquí.
las diferentes actividades que se realizan en este lugar han hecho que goce de cierto prestigio en su trayectoria, así por ejemplo, los martes de humor fue una iniciativa que según recuerda Tony surgió hace 4 años, esta es una de las actividades que más ha llamado la atención de la ciudadanía, debido a que allí iniciaron las presentaciones humorísticas de Camilo Sánchez ganador de los cuenta chistes 2018 en Sábados Felices al igual que sus compañeros de “Con ánimo de ofender”; este hecho según dice Tony mientras toma su café con una risa en el rostro, trajo un auge en la popularidad del lugar por algún tiempo.
A seis manos, también es reconocido entre los músicos y bandas de la capital del país. El restaurante da la oportunidad a artistas emergentes para mostrarse, aquí se sube a esa tarima todo aquel que cree que es chistoso o que cree que puede distraer de alguna forma a la gente, para eso es que se les brinda un espacio para que demuestren su talento ante el público. El show de teatro, por ejemplo, da la oportunidad de que gracias a la cercanía que tiene el lugar con el teatro Jorge Eliecer Gaitán, lleguen múltiples artistas reconocidos en el contexto nacional a realizar sus presentaciones allí. A Tony se le nubla la cabeza al intentar recordar nombres, porque según él han sido bastantes, sin embargo, no insistimos al querer conocer sobre el tema.
Las oportunidades para que las personas vengan y aprendan idiomas, según nos cuenta Tony, también se dan, tenemos un día de mesa compartida, en este, cada uno de los escritorios se convierte en un conversatorio en el que además de comer, cada persona puede venir e integrarse para hablar en el idioma que desee, con esto también se mezclan diferentes culturas y aquellos fanáticos de los idiomas encuentran un lugar para interactuar con otras personas intercambiando sus opiniones y conocimientos para pasar un rato agradable y distinto a los tradicionales.
Los clientes salen bastante satisfechos del local según Tomás ya que se la “gozan” completamente con las actividades que se realizan allí, uno de estos es el Karaoke, en donde el público y el personal se atreven y participan a tomar el micrófono y cantar a todo pulmón, en algunas ocasiones el bar también decide recompensar al “cantante” que salga victorioso de la contienda, este se lleva a cabo el tercer miércoles del mes. Por otra parte, es una oportunidad para que participemos los empleados y el ambiente se torna interactivo entre los asistentes, por eso es divertido.
Sin embargo, como todos los lugares el restaurante ha recibido críticas, como lo recuerda Tony: algunas veces recibimos quejas porque la comida estaba fría, o porque algunos de nuestros eventos estaban fuera de lo normal. Pero ante todas estas quejas, lo que intentamos hacer es mejorar el servicio cada día, trabajar más duro y entender que a todas las personas les gusta este este tipo de lugares y debemos respetarlo.
Al salir queda la intuición de que en verdad este es un espacio reservado para pocos, en una ciudad habitada por muchos, la pasividad, el lugar y la múltiple variedad de opciones que brinda el restaurante, hacen de A seis manos un espacio cultural y gastronómico diferente para aquellas personas que buscan salir de lo tradicional.