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Al mundo (después de la pandemia) sólo se llega en bicicleta

La bicicleta se presenta como el medio de transporte mejor adaptado para la nueva normalidad que impone el COVID-19.

Por: Ramiro Barreiro

Montevideo – El retorno al mundo exterior es una realidad en América Latina tras casi dos meses de confinamiento en resguardo de contraer COVID-19, y cada vez son más las voces que claman que la mejor forma de hacerlo es en dos ruedas y pedaleando.

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Pensada para hacer más entretenidos los paseos de la burguesía del siglo XIX pero convertida en un instrumento de equiparación social, la bicicleta es el vehículo que transporta a diario a millones de personas en todo el planeta, sobre todo en ciudades de Europa y de Asia. Tal es así que en la actualidad ruedan unas 1.000 millones en el mundo.

La bicicleta se presenta como el medio de transporte mejor adaptado para la nueva normalidad que impone el COVID-19, por cuatro factores principales: no contamina el aire, fortalece el sistema inmunológico, combate el sedentarismo causado por el trabajo en casa y garantiza el aislamiento preventivo entre las personas.

En efecto, es el único vehículo recomendado por la Organización Mundial de la Salud para moverse durante la pandemia.

“Siempre que sea posible, considere andar en bicicleta o caminar. Esto proporciona distancia física mientras lo ayuda a cumplir con los requisitos mínimos para la actividad física diaria, que puede ser más difícil debido al aumento del teletrabajo y el acceso limitado al deporte y otras actividades recreativas”, instó el organismo en un comunicado.

Claro que también existen recomendaciones para pedalear responsablemente, como usar rutas menos concurridas, considerar que, a mayor velocidad es necesaria una mayor distancia -entre 10 y 20 metros según el ritmo-, y ocuparse de desinfectar la bicicleta al llegar a destino, especialmente el manillar y el asiento.

En cuanto al uso de tapabocas no es necesario utilizarlo en ambientes oxigenados y en soledad, pero sí en aquellos trayectos urbanos donde es casi imposible no cruzarse con otras personas. En este caso, se recomiendan los filtrantes o autofiltrantes.

Ciudades pocos preparadas

Bici, cicla, chiva, cleta, bicla, baika, rila o birula. La bicicleta recibe numerosos nombres a lo largo de Latinoamérica y se nos presenta desde la infancia como un juguete antes que como un vehículo.

Según Copenhagenize, organización danesa que mide la adaptabilidad urbana a la bicicleta en el mundo, Bogotá es la única ciudad latinoamericana que figura entre las 20 más amigables con este vehículo y quienes lo utilizan. En la capital colombiana hace cuatro décadas que se trabaja en la cultura ciclista, algo que en cierta forma también explica los éxitos de ese país en las competencias deportivas.

Por su parte, el argentino Gustavo Izus creó Ciclovida y Mundo Pedal, iniciativas que buscan fomentar el uso de la bicicleta en Montevideo, a partir de acciones de concientización y comunicación de una década con la intendencia de la capital uruguaya.

“Esta crisis es al mismo tiempo una gran oportunidad para utilizar la bicicleta, sobre todo por la distancia obligada que te impone, y porque el bus no es lo aconsejable para desescalar esta crisis de salud pública”, dice Izus a Sputnik.

En ese sentido, y en medio de la apertura social que experimenta Uruguay desde la semana pasada, discute con las autoridades algunas propuestas para transformar Montevideo, un ejido que destina 80 por ciento de sus arterias al transporte automotor.

Entre ellas, armar corredores urbanos ciclistas temporales y reversibles, de manera rápida y con un costo muy reducido, mediante el empleo de vallados, señales y pintura, sin necesidad de obras de construcción.

Estos corredores estarían dispuestos en avenidas y en toda la extensión de la rambla montevideana, una iniciativa que esta semana desarrolló la ciudad colombiana de Cali (suroeste).

Además, ampliar la red de ciclovías existentes, reservar el carril derecho en avenidas y reducir la velocidad en toda la ciudad, entre otras.

“Está sucediendo: ya muchas ciudades se sumaron al apoyo de la bicicleta; es un tema básicamente cultural, aquellas ciudades de Europa que hoy usan las bicicletas como medio de transporte antes tenían autos. Fue un cambio de sistema del cual ya no se volvió atrás y está naturalizado a pesar de la nieve y las bajas temperaturas”, agrega Izus.

Hipótesis ambiental

Estudios recientes de universidades como Harvard, en EEUU, y Martín Lutero, en Alemania, determinaron que índices elevados de dióxido de nitrógeno (NO2), uno de los principales gases contaminantes emitidos por el tráfico motorizado, “pueden” estar asociados con un alto número de muertes por COVID-19.

La suspensión de la actividad ha permitido que los cielos del mundo se aclaren, logrando niveles de antaño en la calidad del aire. Ese es otro de los objetivos que impulsa el uso de bicicletas: la necesidad de mantener el aire limpio.

“La nueva normalidad debe considerar un cambio drástico y un potenciamiento de formas eficientes y sustentables de movilidad. Las ciudades, de la manera en que han funcionado hasta ahora, no resisten más. Es urgente repensar nuestras ciudades para que sean más resilientes, seguras y sostenibles; la estructura de las urbes debería modificarse de forma que pongan a las personas en el centro y sean capaces de adaptarse más rápidamente a futuras crisis”, recomendó Tatiana Céspedes, coordinadora de campañas de Greenpeace Colombia.

La pandemia de coronavirus ya nos hizo copiar de nuestros hermanos asiáticos el uso de tapabocas; tal vez ahora también debamos imitar la forma en que se mueven, y ceder el paso a un pelotón de bicicletas.

| Nota del editor *

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