Por: Daniel Rojas Chía
Siempre causa una gran expectativa cuando un director tiene en sus hombros películas como La la land (2016), o la también galardonada whiplash (2014), entre otras. También llama la atención que ha sido ganador del Premio Oscar como mejor director a sus 32 años, que en esta ocasión reúne a estrellas de Hollywood para hablar justamente del cine dentro del cine, de la fabricante de sueños de la gran pantalla en los años 20.
Está claro que el estadounidense Damien Sayre Chazelle quiere ser parte de grandes directores de su generación en Hollywood como Christopher Nolan, Quentin Tarantino, Martin Scorsese, Steven Spielberg, entre otros talentosos directores de la actualidad, y con Babylon quiere demostrarlo.
La película muestra una vistosa y espectacular decadencia, la depravación y los escandalosos excesos que provocan el ascenso y la caída de varias personalidades ambiciosas que soñaban con hacer parte del Hollywood de los veinte.
Este director, nacido en Rhode Island en Estados Unidos logra filmar una épica y ambiciosa película ambientada en el fin del cine mudo, y cómo esto cambió la industria y su público. Además de las figuras que integran el elenco como Brad Pitt, Margot Robbie, Diego Calva, Jean Smart, Jovan Adepo, Li Jun Li, Samara Weaving, Max Minghella, Flea, Spike Jonze, Lukas Haas, Jeff Garlin, Tobey Maguire, Eric Roberts y Olivia Wilde, Chazelle logra hablar de la esencia del cine, quien lo ve y lo que significa para el espectador. Logra así que el ejercicio de ver se convierta en una retrospección desde y hacia el espectador.
La cinta gira alrededor de tres personajes: el galán Jack Conrad (Brad Pitt) que cautiva y logra ambientar todo el glamour de Hollywood de la época, acompañado de un soñador como Manny Torres (Diego Calva) que encarna al desterrado de esta gran máquina del cine, además de la ambiciosa y perdida Nellie LaRoy (Margot Robbie). Son tres horas y nueve minutos de esta descomunal y extravagante cinta, que se entiende como una carta de amor al cine.
En mi opinión, resulta excesivamente larga para el público en general, esto hace que la cinta parezca caer en su última parte, pero mirando con atención su construcción narrativa, Babylon lleva con maestría al espectador al frenesí de las imágenes que no dejan vacíos en la pantalla, al tiempo que lo traslada a la decadencia de Hollywood, tanto que los personajes se desarrollen al máximo dentro de los dos ámbitos.
Esta película es una invitación para cinéfilos y una ventana abierta al espectador que no esté acostumbrado a este tipo de relatos para que se sorprenda y maraville por las muchas sensaciones que fabrica la cinta. También es un “espaldarazo” al cine que se hace desde Hollywood, ya que Chazelle es muy arriesgado y crítico con la industria de la que ya hace parte.
Esta película es una maravilla visual y técnica, en especial la primera hora y media que bien puede ser una sola película y tal vez por si sola una obra maestra, pero Chazelle no solo quería quedar con la imagen de un Hollywood idílico sino con la segunda parte que es oscura y desaliñada. Uno de los fuertes de la cinta es que muestra lo vertiginoso del cine de ese tiempo detrás de los reflectores, cómo sus protagonistas eran parte de las construcciones de esos sueños y cómo estos han estado ligados a los espectadores.
Es interesante ver como este director, que también es el guionista de la película, construyó visualmente cómo algo tan poderoso como la imagen y el sonido, esconden tantas emociones y tantos factores determinantes en la formación de la cultura, que la conduce de cierta manera a un letargo que por segundos aleja de la realidad a quien la ve, porque así como decía el difunto maestro del cine Jean Luc godard: “el cine es el fraude más hermoso del mundo”.
