Por Daniel Felipe Otálvaro Ramírez, estudiante de Comunicación Uniminuto
Hace poco uno de los diarios locales de Buenaventura tenía como noticia destacada la creación del mural ecológico más grande del mundo, proyecto artístico que inició su creación bajo la batuta de distintas organizaciones sociales y cuyo nombre será Ecopaz. Esta iniciativa como bien lo relata, logra vincular 100 jóvenes resilientes de zonas afectadas por el conflicto armado en el Distrito Especial.
En ese sentido, es importante darle visibilidad a este tipo de apuestas e integraciones sociales, de una zona cuyo estigma social es permeado por enfrentamientos de grupos armados, narcotráfico y operaciones económicas alternas que se asocian a la ilegalidad. Es claro que el proceso de darle vuelta y mostrar la cara turística del puerto más importante de Colombia sobre el Pacífico no es tarea fácil, pero no imposible.
Este año he tenido la oportunidad de conversar con comunidades asentadas en la parte rural de Buenaventura que esperan convertir sus territorios en un atractivo turístico. Por lo tanto, vienen adelantando proyectos con organizaciones gubernamentales como Parques Nacionales, Ministerio de Medio Ambiente, Ministerio de Cultura, la Corporación Autónoma Regional y la Armada Nacional, para presentar al visitante una oferta única, en la que se logre integrar la biodiversidad, los recursos naturales, la cultura afrocolombiana y a la vez, le permita al turista participar en determinadas expresiones populares y de tradición, que se extienden por todo el Litoral.
Estas oportunidades económicas han llegado con alfabetización ambiental, jornadas educativas dirigidas por biólogos que aprovechan el conocimiento y la experticia de las comunidades afro para darles instrucciones sobre la conservación, el resarcir y las precauciones que se deben atender al momento de liderar un grupo de turistas por los senderos ecológicos. Además, la delimitación y medición de las zonas, dándole al guía datos como profundidad, ancho y altura, de vital importancia al entrar en la selva.
La invitación de visitar el Litoral Pacífico colombiano une dos componentes sociales importantes, primero, el conocer y enamorarse del paisaje natural; y segundo, darle un aire económico al puerto. Este último, es impulsado y busca alternativas como este tipo de proyectos que intentan vincular de forma directa a la comunidad, debido a que durante el primer semestre del año hubo 28 bloqueos, que se traducen a 210 horas de paro, según el reciente informe de la Cámara de Comercio de Buenaventura. Tampoco se puede desconocer la inconformidad de ciudadanos y agrupaciones sociales, que no se sienten parte del sistema que hoy rige el puerto que mueve el 44% de las importaciones del país.
Mediante el turismo se puede entender dinámicas de reproducción cultural y gastronómica, escuchar historias que dan sentido a identidades colectivas, diferenciar sus características, comprender expresiones y humanizar los relatos que viven en los territorios. En definitiva, conocer el Pacífico va más allá de avistar las ballenas, caminar durante horas en la selva o navegar por manglares, es dimensionar cada uno de sus componentes.
Por último, obras como Ecopaz y la serie de murales que lo acompañan siempre serán una buena excusa para encontrarnos como sociedad, expresar mediante el arte lo que nos define e identifica. Sobra invitar a que visiten Buenaventura.