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Cómo la crisis por el coronavirus podría ser la “estocada final” para que Estados Unidos caiga como imperio

Por ahora el FMI es protagonista de préstamos a los países del mundo que enfrentan las crisis de economías detenidas, pero el paciente ya está moribundo.

La presente pandemia muestra la fragilidad de los sistemas, no solo sanitarios, también sociales, económicos y de cooperación global. Las quejas no cesan desde todos los rincones del mundo, este es un lugar común de culpas, intrigas y acusaciones que van desde la especulación de agresiones biológicas hasta la más profunda crisis económica que se pueda experimentar en este presente desde una guerra económica.

La historia de la humanidad relata que estas situaciones no son nuevas y han sido el punto de partida de profundos cambios. Como la historia no se equivoca, lo cierto es que el sistema mundial, que se fundamenta en un poderío que se agrieta y cae a pedazos, se estableció en 1944, cuando las potencias aliadas construyeron el orden monetario de la posguerra en la Conferencia de Bretton Woods en New Hampshire. Así Estados Unidos se consolidó como la superpotencia preeminente del mundo. Desde ese entonces se acordó que el dólar estadounidense sería oficialmente la moneda de reserva mundial, de tal manera que la mayor parte de las transacciones internacionales se realizan en ese tipo de dólar.

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Esto también determinó una idea de mundo que rompía los esquemas de los viejos imperios coloniales, de feudalismos atrasados especialmente en el sudeste asiático, que a la postre fueron escenarios de guerras en las que los dos nuevos rivales se enfrentaron: el capitalismo y el comunismo. Finalmente el capitalismo se consolidó como el sistema más conveniente para los procesos económicos y por eso vemos, cómo los adalides del antiguo comunismo y socialismo, se han convertido a la religión del poder del dinero que fundamenta todo tipo de acciones que puedan extender su poder.

La vida al estilo americano se implantó, tal como lo hicieron los imperios en anteriores etapas de la historia de la humanidad. Pero al igual, este imperio caerá como lo hicieron sus antecesores. Las razones son claras, y así lo pronostican los expertos.

La opinión de un investigador

El investigador Reginald Dieudonne, hace una serie de consideraciones sobre el por qué el imperio “made in USA”, muestra signos de fatiga, desilusión y sobre todo, que ya no responde a los criterios de libertad, justicia, solidaridad y libre empresa.

Según Dieudonne, las realidades del presente se pueden leer en las razones por las cuales los grandes imperios se autodestruyeron. Dice cómo “la extracción excesiva de recursos y la distribución desigual de la riqueza, fueron cruciales para cada colapso civilizatorio de los últimos 5.000 años. Las élites privilegiadas explotaron rapazmente el medio ambiente mientras se protegían de las consecuencias. Las vidas de los plebeyos finalmente cayeron en el caos, creando un vacío destructivo que borró los pilares fundamentales de la sociedad”.

Y agrega, el “exceso de extracción de recursos y la distribución desigual de la riqueza, ¿no son estos los problemas que actualmente afectan a Estados Unidos y para los cuales hay pocas soluciones propuestas? Es absurdo esperar que nuestros políticos, notoriamente venales; o nuestra ciudadanía, con exceso de trabajo y muy distraída; resuelva estos problemas. La política de identidad, entre otras cosas, ha sofocado nuestra capacidad de unir y abordar los peligros inminentes”.

La situación es prácticamente la misma, es un patrón histórico que se repite y que casualmente, con la pandemia del COVID-19, se muestra más evidente. Hoy en Estados Unidos la vida es muy distinta a la del sueño americano de mediados del siglo pasado. El gran coloso se muestra egoísta con las poblaciones migrantes, que antaño fue uno de los pilares del desarrollo y crecimiento económico. La pérdida de más de 22 millones de empleos pone en jaque a la sociedad, muchos de los cuales no recibirán los bonos del estado, precisamente, por su condición de extranjeros, aunque lleven media vida en suelo americano.

La crisis económica obliga poner a funcionar la maquinaria productiva a toda costa, y ese es el propósito del presidente Trump, quien amenazó con “cerrar” el Congreso de Estados Unidos que dejó su sede en Washington por insegura. El presidente invocó una oscura cláusula de la Constitución que le daría ese poder, pero que nunca ha sido usada y, según expertos, podría desatar toda una crisis política sin antecedentes.

Estas formas ya se han vivido, cuando el rey no tiene la totalidad del poder, el totalitarismo se presenta, y de muchas formas.

Pero hay un factor aún más determinante para la caída del imperio: el consumo interno del país utiliza materiales y productos terminados importados, así, el déficit comercial con el mundo es gigantesco. Es obvio que Estados Unidos ha pasado el siglo XX degradando su moneda, los precios de los bienes cotidianos son más caros que en la década de 1950 en varios órdenes de magnitud.

Y con la pérdida de factorías, los empleos desaparecen, la pobreza aumenta y el sistema se sobrecarga, con el agravante que la privatización de todos los recursos del estado de bienestar, hacen del país un mundo de egoísmos y oportunismo. Las mismas razones que llevaron a las multinacionales a, literalmente, invadir al ‘Lejano Oriente’ porque es más rentable por la mano de obra barata y mejores condiciones impositivas para el florecimiento de su dinero.

En líneas generales ya no es el Estado el que concentra el poder, ahora está en las multinacionales y el sistema financiero, que según el abogado y escritor James Rickards, “para la próxima crisis financiera el sistema monetario internacional es más inestable y propenso a los desastres que nunca. Una vez que la economía mundial se desacelere y las bombas de deuda comiencen a explotar, los bancos centrales del mundo imprimirán cantidades obscenas de dinero en un intento por mitigar el daño. Sus esfuerzos resultarán inútiles a medida que los ciudadanos se apresuren a buscar activos para preservar su riqueza. Por necesidad, se reconstruirá el sistema monetario global. El derecho especial de giro (SDR) del Fondo Monetario Internacional suplantará al dólar estadounidense como la moneda de reserva mundial”.

Por ahora el FMI es protagonista de préstamos a los países del mundo que enfrentan las crisis de economías detenidas y que solo los malabaristas tratan de reactivar, pero el paciente en muchos casos ya está moribundo.

Esta es la tormenta perfecta para que un imperio caiga y surja otro, eso es indudable, y como lo menciona Harari, estará unido a la tecnología, la inteligencia artificial, a la desaparición de formas de trabajo y por supuesto, a millones de desempleados que se sumirán en la miseria y formas de evasión para sobrellevar sus existencias.

¿Qué nos espera? Lo único cierto son cambios radicales en procesos que pueden durar una década y que ya está corriendo. La inmensidad y complejidad de los imperios y el agotamiento de recursos para solucionar las crisis los hacen inviables, ante esta inestabilidad estructural solo queda que las élites saqueen la sociedad antes de que otros sean conscientes de su inevitable disolución.

| Nota del editor *

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