Por: Aura Espinoza, Shalom Salamanca, Valentina Calvo, Laura González, Victoria Niño.
La vista es el sentido más desarrollado del ser humano y el que más utilizamos. Sin embargo, la contaminación visual, tanto en entornos urbanos como rurales, afecta nuestra salud ocular debido a la sobreexposición a estímulos luminosos y visuales, que rara vez identificamos como dañinos. Estamos rodeados de múltiples fuentes de contaminación visual, desde pantallas digitales hasta luces de alto brillo. Según Jorge Márquez Flores, responsable del Laboratorio de Análisis de Imágenes y Visualización del Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología (ICAT) de la UNAM, estos elementos generan una sobreestimulación visual por ser agresivos e invasivos, además de presentarse en grandes cantidades de manera simultánea.
Johan Steven Rojas, estudiante de Ingeniería Mecatrónica de la Universidad ECCI: “la luz azul se utiliza en avisos y carteles publicitarios debido a su mayor eficiencia energética. Ofrece una luminosidad más alta, lo que la hace más atractiva visualmente y, además, tiene una vida útil prolongada”.
No obstante, su uso excesivo representa un riesgo fotobiológico para la visión humana. Este riesgo se refiere al posible daño ocular causado por la exposición prolongada a la luz LED de alta intensidad, lo que puede afectar particularmente la retina. El grado de afectación depende del tiempo de exposición, la intensidad de la luz y el tipo de tecnología empleada.
Además del daño fotoquímico, la luz azul también puede generar alteraciones visuales como la aparición de halos luminosos, es decir, círculos de luz que rodean fuentes brillantes como los faros de los autos. Este efecto es más frecuente en personas con patologías oculares, como cataratas, o en pacientes que han sido sometidos a cirugía ocular, afectando principalmente la visión nocturna.
Así lo demuestra un estudio de 2024 realizado en España, por el Laboratorio de Ciencias de la Visión y Aplicaciones, del Departamento de Óptica de la Universidad de Granada, sobre los efectos de la cromaticidad en la visión nocturna. A través de una evaluación a 27 sujetos, usando el test de Halo para analizar la discriminación visual monocular y binocular, se determinó que la percepción que se tiene de estos halos visuales respecto a los estímulos luminosos bastante intensos es mucho mayor en los estímulos de color azul, y de esta forma se produce una sensibilidad al deslumbramiento.
Otros daños que pueden surgir a causa de la contaminación visual son: cansancio visual, dolor de cabeza, obstrucción visual, síndrome de ojo seco, queratitis, conjuntivitis y afecciones mentales como el estrés, la ansiedad, el mal humor, los nervios, trastornos del sueño, de concentración y dificultad para relajarse.
¿Cómo reducir el impacto en la visión?
Los efectos de estos estímulos se pueden reducir mediante estrategias orientadas a proteger la salud visual sin comprometer la funcionalidad de la iluminación urbana. Algunas recomendaciones son: Uso de luminarias apantalladas para evitar la dispersión innecesaria de luz, limitación de la intensidad y del espectro de luz empleado, especialmente en zonas residenciales, reducción progresiva del alumbrado público durante la noche, especialmente en áreas con baja actividad.

Esperar el bus puede ser más agotador de lo que parece. / Valentina Calvo.

Desde restaurantes hasta parqueaderos, la iluminación artificial nos rodea y afecta nuestra visión. / Aura Espinosa – Valentina Calvo.
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