Son numerosas las manifestaciones artísticas que cuentan los dolorosos hechos en contra de la humanidad durante la Segunda Guerra Mundial y sus vejámenes, en este caso, una vez más, con el Holocausto y sus terribles consecuencias en la historia de muchos, como muestra el director de cine francés Michel Hazanavicius, reconocido mundialmente por la película, El Artista (2011), ganadora a la mejor cinta del año en esa edición de los Oscar.
La carga más preciada está históricamente ubicada durante la Segunda Guerra Mundial. Narra la historia de una pareja de leñadores y cómo una familia judía es deportada a Auschwitz, que mientras estaban en camino en el tren hacia el campo de concentración, en un gesto desesperado, el padre arroja a una de sus hijas a la nieve, donde es rescatada por una humilde pareja de leñadores. Al adoptar a La carga más preciada, sus vidas y las de aquellos que les rodean cambiarán para siempre.

Este director tiene gran habilidad para recrear mundos diversos a través de distintos géneros, que en esta ocasión incursiona en la animación, con una elegante presentación de personajes que adentran a los espectadores a la ideología del entorno, que, por medio de detalles, les impide perder el contexto de la historia. Aunque es necesario tener en cuenta los factores históricos para estar más involucrado, La carga más preciada también encarrila al espectador menos informado.
Las secuencias de la animación desde los blancos y la recreación del invierno y sus limitaciones, introducen desde la melancolía la idea de lo sacro y la violencia desde varios frentes, que se van identificando con cada personaje que toma un valor simbólico para construir una idea aún más consolidada, que va tomando forma con los acontecimientos y cómo esta carga es lo único que cambia lo que debería pasar.

Es una adaptación de la novela homónima de Jean-Claude Grumberg, que fue presentada en la competición oficial 77 de la edición del Festival de Cannes.
Puede que los mensajes que promueve no sean los correctos, ya que tiene una clara idea hacia los directos afectados del Holocausto, pero la cinta, siento, no quiere quedarse en ese lugar común.

La carga más preciada habla de cómo las ideologías son tan destructivas como un soldado convencido de su labor cuando empuña un arma contra otra persona, y cuando el mayor problema de las guerras son los bandos, pues señalar al enemigo a toda costa hace perder la humanidad. La película toma personajes a modo de simbolismos como las consecuencias de la guerra y la bondad que aun así puede quedar, con el veterano dueño de una valiosa cabra, el leñador que se convierte en el ejemplo que una mirada puede traer bondad, su esposa que demuestra que el sacrificio y el cariño libran cualquier adversidad, en un contexto donde todo lo demás señala odio, resentimiento y cómo el poder destructivo de la guerra no beneficia a nadie.

El Holocausto no es el único reglón repudiable de la guerra ni el que más dejó familias destruidas. Rusia fue la nación que más contó muertos en la Segunda Guerra Mundial, aunque los abusos de todos los ejércitos con la población civil fueron terribles, tanto que la cantidad de muertos al final es incalculable, teniendo en cuenta que Estados Unidos fue la nación que más asesinó personas con las dos bombas nucleares y sus avanzadas militares.

La carga más preciada es una película imperfecta desde su fondo, pero conmovedora y poética por su capacidad de mostrar el horror desde sus formas, con una elegante y bella animación de momentos clave de la historia, y cómo compaginan para darle un ritmo amable y efectivo para cualquier espectador, así caiga en el exceso dramático de mostrar los hechos, y de convertirse, por momentos, en una lección moral enfocada en un aspecto. De todas maneras, tiene un valor visual sobresaliente y puede ser un elemento educativo valioso para los más jóvenes. Juzguen ustedes.