El cine y sus reflejos traen a la pantalla una historia tan interesante como sutilmente profunda, respecto de los imaginarios y las motivaciones que parece necesita todo ser humano para justificar, así sea por momentos, su existencia.
Esta coproducción entre Colombia y Argentina, llega como resistencia en medio de las polémicas por el cierre virtual del Instituto de Cine Argentino bajo el actual gobierno de Javier Milei, y es todavía más valiosa por las dificultades de su financiación.
Los incrédulos es la más reciente película de los argentinos Máximo Ciambella y Damián Coluccio, en coproducción con Surubí Cine (Argentina) y Saki Cine (Colombia), que es distribuida por Danta Cine.
La cinta cuenta cómo Máximo y Damián conocen a Néstor, un curandero profeta que está convencido de que su misión es salvar al mundo, devolviéndole la fe a la humanidad. Siguiendo a Néstor en sus hazañas, los directores armaron lo que describen como “un diario en tercera persona”, en el que documentan las tareas del profeta y sus aventuras, los incrédulos, siguiéndolo y atestiguando su forma de ver el mundo.
Los directores logran desde el falso documental, imprimirle a la narrativa esa credibilidad que muchas personas quieren ver frente a algo que les puede proveer valores espirituales, o darles una razón a sus existencias siempre que alguien lidere sus vidas, incluyendo temas como la susceptibilidad al misticismo, y la necesidad de símbolos y nociones de prosperidad.
Los Incrédulos proyecta las falsas necesidades de muchas personas, lo cual es conceptualmente correcto, porque retoma esa idea desde lo falso de la imagen, en un interesante recorrido con tintes de peregrinación, dejando la dualidad de las creencias, para que quien vea elija si quiere creer en una amable mentira o en una cruel verdad.
En ocasiones, el mundo parece un lugar misterioso y absurdo, donde desde la cotidianidad se olvida que muchas personas buscan continuamente una razón para existir.