Una construcción visual en el cine puede condensar varios personajes que le den forma a una historia, con respecto a un concepto o una idea que se convierta en el eje narrativo para lo que se pretenda contar.
En Sirocco y el reino de los vientos, la belleza de lo simple encuentra una complejidad inesperada como cautivadora que lleva al espectador de la mano, flotando en los vientos de este mundo mágico, cuyo único pesar es que termine.

El director de cine y guionista francés Benoît Chieux, recrea una obra maravillosa llena de algo que brilla por su ausencia hoy en el cine: el corazón traducido a la sensibilidad en la imagen y cómo construye una historia rica en mensajes desde la posición de no mostrar con exageración una virtud, ni exponer ideas innecesariamente intelectuales desde una ventana como la animación.

Con una importante trayectoria en este género con su película de animación Tigers in the line, basada en el álbum homónimo ilustrado por el surcoreano Kwoon Moon-hee, luego nominado al Premio César como mejor cortometraje de animación en la ceremonia de 2016, y luego nominado de nuevo en los mismos premios por The Midnight Garden (2017), Chieux se adentra en una historia que deslumbra por las líneas que recuerdan las características de la animación de Peter Chung y su serie de culto Æon Flux; o la magia de los Estudios Ghibli; o tal vez, la referencia a la película El submarino amarillo (1968) con el faro, para sintetizar en cada plano una sensación diferente que se va desenvolviendo con suficiencia en una cinta de 74 minutos que no necesita más para ser adecuada y no necesita menos para ser la belleza que es.

Gracias a series animadas con gran capacidad reflexiva como Planeta de Recolectores (Scavengers Reign), estrenada en 2023, entre otras, la animación ha tomado un nuevo aire y ha puesto en el panorama una serie de cuestionamientos complejos que son expuestos con talento como en Sirocco y el reino de los vientos, a partir de la historia de Juliette y Carmen de 4 y 8 años respectivamente.
Los personajes, dos hermanas, son dos niñas intrépidas, que durante un momento de aburrimiento descubren un pasaje secreto hacia el mundo de su libro preferido, El Reino de los Vientos. Al pasar, se transforman en gatas y las niñas son encarceladas y separadas una de la otra.

Estas nuevas heroínas deberán tener coraje y audacia para reencontrarse y volver al mundo real. Con la ayuda de la cantante Selma, se enfrentarán a Sirocco, el terrible mago, Maestro de los vientos y las tormentas.
Las imágenes expuestas al momento de enfrentar lo “real” desde el punto de vista de Sirocco y el reino de los vientos, muestra de manera sincera el cuidado de la mayor y la insolencia de la más joven, una relación de dos hermanas que se cuidan una a la otra, una manera diferente de existir.

La película, entre los muchos temas que toca, de manera inteligente, sin enfatizar en ninguno en particular, muestra cómo los recuerdos son capaces de hacer que algo exista, evadiendo el tiempo, algo que ni el viento pudo hacer que desaparezcan.
Los personajes se acogen unos a otros y la representación de cada uno hace que una idea más grande perdure durante toda la película, como la importancia de la imaginación para hacer que todo exista entre universos propios, o cómo una emoción tan grande puede hacer vibrar el corazón hasta confundirlo con algo malo, cuando solo es el aviso de un cambio, y de cada uno depende cómo lo transforma.

Es encantador y mágico cómo los personajes van logrando su cometido con una simpleza bellísima, que se complemente con armonía entre las minimalistas ilustraciones del paisaje como las desoladas miradas al desierto, o los entrañables recuerdos de las personas que quedan para siempre enmarcadas en el amor de hermanas que el arte promueve entre la literatura y los procesos creativos que alimenta la música como activador de emociones, compuesta por una acertado Pablo Pico, hilando una película tan bella como sensible.

Sirocco y el reino de los vientos inicia con el proceso creativo de una escritora que comulga con el recuerdo de su hermana con todo el cariño y la tranquilidad, haciendo una metáfora de las conexiones propuestas dentro del mundo de los vientos, como que cada persona es el reflejo de ella misma en otro mundo, y que el sonido de los pensamientos puede trascender fronteras inimaginadas, siempre y cuando se hagan con buen corazón y valentía.

Siento que Benoît Chieux supo interpretar los tiempos correctos de cada secuencia en la que pasaba lo necesario en una película que nunca decae, que nunca pierde sus puntos de interés a los que alimenta constantemente, con un ritmo tan acogedor como sorprendente, en lo que para mí es una de las películas más bellas que he visto y una de las mejores del año aquí en el país, sin importar que su estreno fue en el 2023, pero que se agradece haber podido disfrutar y que sin duda hace acoger con un cariño especial mi realidad, mi entorno y figuras tan importantes como mi hermana en mi vida y dos niñas que hacen parte de ella.

Sin duda, una muestra más de la capacidad del cine y el arte, desde los recuerdos de cada uno en la construcción de cada realidad, y cómo es posible convivir con ella con sus más y sus menos. ¡salud!