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[Crítica] Mala suerte, buena suerte: un complejo retrato del alcoholismo con una interpretación estelar

Por: Daniel Roja Chía

Luego de su llegada tardía a las salas de cine locales, Mala suerte, buena suerte o To Leslie, su título original, es una película dirigida por el director inglés Michael Morris que le ha valido la nominación al Óscar a su protagonista Andrea Riseborough.

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El director con experiencia en la televisión, ahora se lanza con este largometraje lleno de temas ya vistos en numerosas ocasiones en la pantalla grande como adicciones y conflictos familiares, pero esta cinta encontró varias cosas que le suman.

Ryan Binaco escribió un guion sólido que no encuentra mayor complicación en una historia que parece simple, pero que intensifica la búsqueda en sus personajes, con actuaciones memorables y una narrativa que no da pasos en falso.

La película cuenta la historia de Leslie, (Andrea Riseborough), una madre soltera del Oeste de Texas, que luego de haber ganado la lotería seis años atrás, fortuna que rápidamente despilfarró en fiestas y alcohol, además de sus adicciones que la llevan al descuido de su hijo al que ha abandonado.

Los videos de un noticiero al comenzar la película ofrecen el contexto necesario pues aparecen como una noticia vieja e inútil, para luego fijarse en Leslie y en lo que se ha convertido, mostrando la decadencia del momento y cómo esta mujer está encerrada en ella sin salida, justificando su tristeza como vehículo de autodestrucción.

Sin entrar en complicaciones se presentan sus motivaciones y conflictos, que le permite a la historia hablar de un conflicto por culpa de sus constantes malas decisiones y de su egoísmo. Desde ese momento impresiona cómo Andrea Riseborough se echa la película en los hombros, y lo que parecía una historia varias veces contada, comienza a tomar nuevos bríos por cuenta del personaje de la actriz británica.

Cuando la cinta parecía estancarse, el personaje de Sweeney (Marc Maron) logra crear la tensión suficiente para encaminar a la protagonista en su agónico camino, ya que la química entre estos dos personajes es memorable, y gracias a los detalles de guion entre diálogos cortos y silenciosos, es posible impactar a los dos personajes y a la narrativa.

Mala suerte, buena suerte es un drama personal bien construido, que con la impresionante Andrea Riseborough, cautiva y deshace por un momento todos los estereotipos presentados en este tipo de historias, que está narrada con un ritmo tranquilo pero incesante, que mantiene una buena tensión, que luego desencadena en un final tan conmovedor como humano.

Buenas actuaciones, buena realización y una historia cruda, hacen de esta una gran película para ver durante casi dos horas, que se disfruta completamente.

No en vano Andrea Riseborough fue la gran sorpresa y suscitó una de las polémicas más sonadas en la última entrega de los premios Oscar por estar nominada a mejor actriz principal, aunque entonces la película era casi desconocida para el público en general.

Si le gustan los dramas viscerales bien construidos y con actuaciones muy bien logradas, esta es su película.

| Nota del editor *

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