Por: María Camila Rodríguez
Cada 28 de junio se conmemora el día internacional del orgullo gay, fecha de 1969 en la que se presentaron disturbios en Stonewall (Nueva York, EEUU), esto, a manera de respuesta hacía el sistema que perseguía y criminalizaba homosexuales.
Desde allí, y en conjunto con otros hechos que marcaron un precedente para la comunidad LGBTIQ+, se vienen dando en el mundo diversas manifestaciones con fines reivindicativos que se llevan a cabo todos los años, no sólo con el fin de conmemorar la fecha ya mencionada, sino a su vez, rechazando todas aquellas formas de agresión y violencia que aún, en pleno siglo XXI, se siguen presentando.
Y es que si bien, para muchos la discriminación en contra de las personas que tienen una orientación sexual diversa, o han decidido cambiar su sexo, ya no existe, la realidad es completamente distinta, porque a pesar de que muchas formas de violencia directa o física hayan disminuido, parece que la violencia simbólica y por parte del Estado no cesa, y por el contrario se acentúa cada vez con casos como el de Alejandra (trabajadora sexual trans), que falleció a causa de la negligencia por parte de quienes prestaban el servicio médico.
La denuncia fue dada a conocer por parte de las amigas de Alejandra, quienes estuvieron presentes cuando se dio el hecho, y afirmaron que el personal que prestaba el servicio de urgencias, dejó de atenderla cuando se les indicó que esta padecía VIH, lo cual, deja al descubierto la transfobia institucional que se tiene arraigada, la negligencia y la discriminación social por parte de servidores del Estado.
Lastimosamente, la lista no termina con Alejandra, y en plena celebración del día del orgullo gay, fue asesinada Eilyn Catalina, mujer trans trabajadora sexual, que fue apuñalada hasta ser asesinada en la ciudad de Medellín. Tanto a Eilyn como Alejandra, las mataron por ser mujeres trans trabajadoras sexuales, por construir sus cuerpos de forma diversa, por salirse de la norma, fueron víctimas de una sociedad indolente que castiga y silencia la diferencia con violencia.
Los asesinatos de mujeres trans no son hechos aislados, son casos de violencia sistemática que se siguen presentando y que no se limitan puntualmente a Eilyn o Alejandra, sino que se han convertido en pan de todos los días para mujeres como las que habitan el barrio Santa Fé y se desempeñan como trabajadoras sexuales.
Este año, gran parte de las manifestaciones que se dieron en torno al día del orgullo, fueron llevadas a cabo de forma virtual a causa de la situación de coyuntura que se vive, las redes se vieron congestionadas con las banderas de la comunidad y los colores de la misma inundaron internet, y no sólo como muestra de la reivindicación de los derechos de las personas de la comunidad LGBTIQ+, sino como respuesta a la violencia sistemática que a la sociedad sigue asfixiando.